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Mostrando entradas de enero 20, 2008

Interiores de San Bartolomé

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Introducción El Astrónomo A la sombra del templo mi amigo y yo vimos a un ciego, sentado allí, solitario. Y mi amigo dijo: 'Mira, ese es el hombre más sabio de nuestra tierra'. Me separé de mi amigo y me acerqué al ciego, a saludarlo. Y conversamos. Poco después, le dije: 'Perdona mi pregunta: ¿desde cuándo eres ciego?'. 'Desde que nací', fue su respuesta. Le dije entonces: '¿Y qué sendero de sabiduría sigues?'. El ciego me dijo: 'Soy astrónomo'. Luego, se llevó la mano al pecho, y dijo: 'Sí; observo todos estos soles, y estas lunas, y estas estrellas'. [Khalil Gibran] ******* Igual que en el cuento de Khalil Gibran, aunque lejos de ser sabio, yo también soy ciego; y en mi ceguera, tal y como hace el astrónomo, yo también me llevo la mano al pecho y contemplo el Universo. Ahora bien, el Universo que yo exploro se encuentra relativamente cerca, aunque paradójicamente tan lejos, que en ocasiones sólo se puede acceder a él a través de la in

La Ribera Mágica del Duero

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'He vuelto a ver los álamos dorados, álamos del camino en la ribera del Duero, entre San Polo y San Saturio, tras las murallas viejas de Soria -barbacana hacia Aragón, en castellana tierra-'. [Antonio Machado] '¡Manrique!. ¡Manrique!', creo escuchar las voces angustiadas de aquellos que buscan al joven enamorado, que se ahogó en las aguas del Duero persiguiendo un rayo de luna, apenas unos metros más allá de la puerta de lo que en tiempos fue el antiguo monasterio templario de San Polo y hoy es propiedad privada. Es muy temprano y la escarcha, obstinada, se niega a desaparecer. Aún así, allá arriba, en la distancia, a mitad de camino hacia la ermita de San Saturio, creo distinguir la silueta -abrigo largo hasta las rodillas, sombrero calado hasta las orejas y las manos en los bolsillos- de don Antonio, leyendo curioso las iniciales que docenas, cientos de enamorados han dejado grabadas en las cortezas de los árboles, y el tiempo aún conserva, como un suspiro de eternida

Andaluz: interiores de San Miguel y pequeño museo románico

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'No es el martillo el que deja perfectos los guijarros sino el agua con su danza y su canción' [Rabindranath Tagore] A medida que me adentraba en las tierras de Berlanga, multitud de cosas afloraban a mi mente, como una lluvia de estrellas fugaces perdiéndose a toda velocidad más allá del horizonte. Aún repiqueteaban en mi mente las palabras de ánimo que mi amiga Teresa me había dejado en el último correo la noche anterior: - Adelante, Perquisitore, ve a por ello, -me contestó, cuando la hice partícipe de mis planes para la jornada del sábado. Naturalmente, con el apodo de Perquisitore -honor que me hace, desde luego-, me comparaba con Galcerán de Born, el personaje principal de la insuperable novela de Matilde Asensi, titulada 'Iacobus', cuya lectura hizo mis delicias el pasado verano. El Perquisitore, por más señas, es un caballero perteneciente a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, a quien sus superiores -incluido el Papa Juan XXII, sucesor de Clemente V-