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Mostrando entradas de febrero 15, 2009

Enigmas de San Pedro Manrique: las ruinas de San Miguel

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Alargada y escurridiza, como en Magaña, la sombra de los templarios planea con cierta persistencia sobre ésta auténtica flor de las Tierras Altas que es San Pedro Manrique. Inadvertido durante prácticamente todo el año, consigue, sin embargo, que los fuegos que anuncian la llegada del solsticio de verano sean seguidos y venerados en buena parte del mundo, reuniendo a su alrededor a cientos de curiosos y visitantes. En efecto, es durante esa noche mágica, cuando la sangre celtíbera que corre por las venas de los sampedreños recuerda antiguos, que no olvidados, ritos en honor de Beltane y aunque adaptados -que no adoptados- por la carismática Iglesia Católica, hacen -tendré oportunidad de comprobarlo dentro de unos meses- que el antiguo, orgulloso grito de guerra que un día surgió desde la vecina Numancia se refleje en los ojos de esos audaces que caminan descalzos sobre las brasas, bien en solitario o bien con una mujer sobre las espaldas. ¿Cómo hubiera sido posible -me pregunto- que un

Hacia San Pedro Manrique por la Ruta de los Torreones: Magaña, iglesia de San Martín de Tours

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Nacido en Hungría y soldado de las legiones del emperador romano Juliano 'el Apóstata', la vida de San Martín de Tours constituye un auténtico compendio de milagros y leyendas que han llegado hasta nosotros acompañando a una figura que, si la juzgamos en base a las numerosas iglesias a ella consagradas, enseguida comprenderemos que goza de un auténtico fervor popular. Dicho fervor, no se centra sólo en España, sino también en Italia y Francia -donde existe, quizás, un número excesivo de iglesias bajo su advocación- y por supuesto, también en Hungría, donde es uno de los Santos Patrones. Sí sorprende, sin embargo -y esto es una apreciación meramente personal- dicho fervor en una tierra habitada por celtíberos (pelendones), a los que combatió con dureza en Germania y las Galias antes de convertirse definitivamente al cristianismo y perseguir al paganismo en todas sus facetas. Pero se trata, tan sólo, de uno de los numerosos enigmas que cualquier curioso o investigador puede encon

Hacia San Pedro Manrique por la Ruta de los Torreones: Magaña, castillo

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El castillo de Magaña, situado sobre un cerro sobre el valle del río Alhama, es uno de los más importantes de la provincia de Soria, y aunque parcialmente conservado -recordemos que el tiempo no pasa en balde y la acción del hombre tampoco- aún conserva una estética digna de respeto y admiración. La pista sobre sus orígenes, la encontramos en su torreón, de origen beréber y como, por ejemplo, el de la cercana población de Trébago, su primitiva función resulta inequívoca, remontándose su antigüedad al periodo comprendido entre los siglos IX y XI. Sus muros, pues, conocieron, según parece, el paso de los ejércitos de uno de los más grandes y respetados caudillos árabes de aquéllos tiempos, y de hecho, no en balde considerado como el azote de los reinos cristianos: Almanzor. Aunque datado en el siglo XV, parece evidente que los dos recintos amurallados, así como los torreones defensivos fueron añadiéndose con el tiempo, conociendo moradores ilustres. Por ejemplo, se sabe que Alfonso VIII

Hacia San Pedro Manrique por la Ruta de los Torreones: Magaña, introducción

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Desde la plácida quietud de las góticas piedras de su castillo del siglo XV, y quizás de una forma curiosamente ensoñadora -puede que provocada por la magia de San Valentín, que a veces nos hace volver la vista atrás y mirarnos en el espejo de los recuerdos, o puede que a consecuencia de la belleza del paisaje que tengo frente a mí- me viene a la mente una entrañable melodía de Marianne Faithfull, que lleva por título 'viviendo mis sueños'. En efecto, desde esa altura, y contemplando el pueblo de Magaña, comienzo a vivir ese sueño de Historia repleto de glorias y claroscuros, de misterios y enigmas aún pendientes de resolver. Observo, desde mi posición, casi perfectas en su redondez, dos colinas que bien podrían compararse con los pechos de la Madre Tierra; y algo más abajo, como saliendo de lo más profundo de su fértil intimidad, un pueblecito de casas apiñadas y tejados de roja arcilla, que contempla indiferente el paso del tiempo en un mundo que, para sus habitantes, parece

Hacia San Pedro Manrique por la Ruta de los Torreones: Trébago

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Abandoné la magia del Moncayo, los encantos inconclusos de Vozmediano, como el nacedero del río Queiles y atravesé Ágreda pasando al lado del Convento de las Hermanas Concepcionistas donde reposa otra de las grandes leyendas no sólo de Soria y de España, sino del mundo entero: Sor María Jesús de Ágreda. A las afueras de tan importante ciudad multicultural, enlacé con la nacional 122 en dirección a Soria. Aparte del Moncayo -cuya cima, nevada, no dejó de aparecer en el retrovisor del coche durante una considerable cantidad de kilómetros-, mis objetivos para ese día se centraban en San Pedro Manrique y esa sombra templaria que, en forma de ruinas y rastros difusos ha dejado eco en numerosas tradiciones y leyendas de la comarca. Una vez llegado a Matalebreras, accedí encantado a la llamada Ruta de los Torreones, pasando por lugares como Castilruiz, Trébago o Magaña. Pasaban algunos minutos de las dos de la tarde, cuando en las cercanías de Trébago apareció, enhiesto cuál falo pétreo, la f

Cercanías del Moncayo: Vozmediano

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He de reconocerlo: me topé con Vozmediano de casualidad. Podía haber aprovechado para estar más tiempo en las cumbres del Moncayo, disfrutando de esas impresionantes vistas que, en un día soleado como el de ayer, y desde una posición privilegiada como el Santuario de la Virgen del Moncayo, situado a 1.620 metros de altitud permiten al intrépido aventurero que osa subir hasta allí sentirse cuál águila en pleno vuelo. El Santuario ya no es tal, si como Santuario entendemos un lugar especialmente sagrado, que por una serie determinada de características permiten una mayor intimidad con la Divinidad. Pero sería injusto si dijera que lo que ayer vieron mis ojos, no cumple otra de las funciones de un auténtico Santuario: la de ofrecer albergue y refugio al peregrino. Sea como sea, y a pesar de estar a punto de no poder salir con el coche al final de una endemoniada rampa helada donde lo había dejado -¡qué remedio!, la afluencia de visitantes fue ayer masiva- para nada me arrepiento, aunque p