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Ventanas a la Historia / Windows to History

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  Dentro de un territorio, antaño relevante, el de Berlanga, cuyos polvorientos caminos vieron pasar, en aquellos lejanos tiempos en los que las grandes gestas fueron el preludio a lo más épico de la Literatura medieval, a personajes singulares, que, de una u otra manera, quedaron definitivamente asociados a esa misma España, que ya, desde tiempos protohistóricos, pero recordados en el alba de la Mitología, había asistido, impotente, al paso de ese metafórico ‘fondo buitre’, cuyo nombre, Hércules para unos y Heracles para otros, viendo cómo manos extranjeras, robaban impunemente, cuando menos, dos de sus grandes tesoros nacionales: las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides y los fabulosos bueyes de Gerión. Caminos de insólita trascendencia, que además, en vísperas de ese temido y apocalíptico Año Mil, fueron testigos del terror dibujado en los rostros de unos paisanos que asistían, no menos impotentes, al paso liberal de unos ejércitos, los de Almanzor, que, siguiendo los dictad

Arquitectura militar norteafricana en lo más profundo de Castilla / North African military architecture in the depths of Castile

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  Soria, celtíbera hasta la médula de los huesos: una región, relativamente pequeña, en cuanto a extensión se refiere, pero soberanamente grande en cuanto a misterios y vestigios sorprendentes del pasado se refiere. Podría pensarse que esta tierra, que durante siglos fue una sólida frontera, la del Duero, que separaba la España de la Cruz de aquello otra España, la de la Media Luna, resulta, a los ojos del sorprendido viajero, un metafórico Libro de Historia, donde recopilar, como ya hiciera hace milenios el perspicaz Herodoto, la crónica inconclusa del paso de multitud de culturas, los capítulos de cuyas cuitas, lejos están, todavía, de verse definitivamente concluidos. Uno de tales capítulos, que, por desgracia, el tiempo y la mediática desfachatez de los hombres han terminado por hacer el trabajo de demolición que ni siquiera las políticas de tierra quemada de las tropas de Napoleón consiguieron llevar a cabo en tiempos relativamente modernos, se refiere a esta singular fortaleza, c

Un pueblo de Soria llamado Andaluz

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En la proximidad de las tierras de Berlanga, a no excesiva distancia de Soria capital y también de la no menos carismática ciudad de Almazán, donde, como le sucedió a Van Goght, el rey Pedro II el Cruel se encontró con su propia noche estrellada a manos de su hermano bastardo, Enrique de Trastámara, un pueblo sorprende, no sólo por la curiosidad implícita en su nombre, sino también, porque posee una de las iglesias más peculiares del arte románico de una tierra conocida como la Extremadura castellana, que fue, durante siglos, parte indiscutible de esa frontera del Duero, que separaba la España cristiana de la España musulmana: Andaluz. Posiblemente, el nombre de Andaluz sea una consecuencia de la afluencia de aquellos cristianos, residentes en territorio dominado por los musulmanes, a los que se denominaba mozárabes, que se asentaron aquí, en un periodo en el que la Reconquista comenzaba a cambiar el rumbo de las circunstancias históricas, haciendo posible el avance de los ejércitos cr

Un lugar llamado Somaén

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  Relativamente cerca de Montuenga y las melladas ruinas de su castillo medieval, encuadrado, también, dentro de ese sorprendente y a la vez, espectacular Valle del Jalón, otro pintoresco pueblecito llama poderosamente la atención del viajero, que, bien por conocimiento o bien dejándose llevar por la casualidad que acompaña siempre a la aventura, se deja caer un día por allí: Somaén. Somaén, es otro de esos ancestrales asentamientos, que, mirando hacia la vecina Comunidad de Guadalajara, son fiel testimonio de esas aguerridas gentes del norte, principalmente del País Vasco, que acompañaron la gran aventura medieval de la Reconquista, repoblando y asentándose en estos parajes, cuya agreste morfología produce la sensación de estar penetrando en un mundo encantado. Esta percepción, resulta mucho más evidente cuando la vista penetra en el entorno y la imaginación se pierde en esos imponentes farallones, a los que el tiempo y esa subjetiva artista, que es siempre la erosión, parecen haber d

Un paseo por Montuenga de Soria

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Desde sus alturas, dominando, no sólo la plácida quietud del pueblo de Montuenga, sino también, una vasta extensión del Valle del Jalón, se puede llegar a ver, pasando con la celeridad del rayo, ese metafórico Pegaso moderno, que, bajo la denominación de AVE o tren de alta velocidad, conecta Madrid con Barcelona y Francia. Un recorrido similar, puestos a comparar, que el que realizaron, a finales del siglo XI o comienzos del siglo XII, los monjes cistercienses de Claraval o de Clairvaux, que, convirtiéndose en sedentarios unos kilómetros más adelante, levantaron con sus propias manos y sus escasos recursos, uno de los monasterios románicos más impresionantes, no sólo de la Comunidad y tierra de Soria, sino también, de España: el de Santa María de Huerta. De hecho, su localización, si hemos de ser más precisos, apenas resulta equidistante de éste unos tres kilómetros, como algo menos son, además, los kilómetros que lo separan de otro de los pueblos más relevantes de la zona, que todavía

[SPN-ENG] Bécquer, monasterios y daimones / Bécquer, monasteries and daimones

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  Tal vez los viejos filósofos griegos, como Platón, no erraran, después de todo, al suponer que cada alumbramiento llevaba aparejada la asignación providencial de un daimón o entidad espiritual, que, para bien o para mal, acompaña a todo hijo de vecino, inspirándole en los momentos cruciales de esa aventura trascendental, que, desde luego, podemos llegar a suponer que es algo tan misterioso y a la vez, tan intenso, como la vida. Supongo que a muchos, imbuidos ahora por ese condicionamiento racional, que es el metafórico servicio obligatorio con el que se nos declara aptos para una servidumbre adulta, en la que se nos escamotea de un plumazo el estado adánico de la infancia, no querrán reconocer -pues ya lo dice el refrán: genio y figura, hasta la sepultura- que tuvieron un ‘amigo invisible’, que los acompañó durante los momentos más felices y también, en aquellos otros, menos dulces y por lo tanto, más dolorosos, en los que la frustración y la soledad hacían acto de presencia. Dicen -