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Mostrando entradas de marzo 13, 2011

Taroda

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'Busca por el agrado de buscar, no por el de encontrar...' [Jorge Luis Borges (1)] A veces ocurre: basta que se busque algo en particular, para que no se encuentre. Son artimañas del Camino que hay que aceptar siempre con espíritu deportivo, obviando la decepción inicial, con el placer, al menos, de descubrir un lugar nuevo que tus pies no habían hollado antes. Aunque bien mirado, ni siquiera el Camino tiene la culpa de que la flecha del tiempo apunte siempre en una dirección y aún sabiéndolo, el hombre no tome medidas en cuanto a proteger un patrimonio que, a la postre, resulta también finito. Pero esto, claro, es anticiparse a los avatares por los que discurrieron los pormenores de la presente aventura. H ablar de cómo llegué a Taroda, implica remontarse un par de meses en el tiempo y rememorar una gélida mañana de enero. Una gélida mañana, es cierto, que no me impidió, aún tiritando de frío, conocer lugares nuevos como Monteagudo de las Vicarías, Serón de Nágima o Señuela.

Simplemente...San Baudelio de Berlanga

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'Y Dios lo hizo morir durante cien años y luego lo animó y le dijo: - ¿Cuánto tiempo has estado aquí? - Un día o parte de un día -respondió'. [Alcorán, II, 261 (1)] S implemente... S an B audelio de B erlanga... A hora que me conoces, por favor ¡respétame!. (1) Extraído del libro 'Ficciones', de Jorge Luis Borges, Alianza Editorial, S.A., duodécima edición, 1984, página 165.

Sic transit gloria mundis: Santa María de Tiermes

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'...a la deriva, qué importa dónde, hay todo un mundo sin sentido ahí fuera para vagabundear'. [John Crowley (1)] S iempre hay un mundo más allá de ese que consideramos seguro y al que, incluso cuando en ocasiones nos aprisiona como las cuatro paredes de una celda, denominamos hogar; un deseo implícito de ir más allá; un reto que afrontar y, si es posible, superar; una frontera que salvar, y sobre todo, un lugar al que llegar. Poco importa si éste es un lugar al que ya se ha ido en numerosas ocasiones; y poco importa, así mismo, si una de las fronteras que hay que salvar es un puerto que se llama Somosierra y suele estar cubierto de un blanco manto de armiño durante buena parte del invierno. La aventura comienza en el preciso instante en el que uno cierra la puerta de su casa trás de sí, y acto seguido pone rumbo al horizonte, aún a sabiendas de que, por mucho que madrugue o por mucho que corra, nunca lo alcanzará. Soñar con hacerlo, sería una quimera. Como quimera es, no me