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Mostrando entradas de agosto 4, 2013

Misterios de Oncala

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S obrecogen esas quebradas, esos montes solitarios, liberados de la selva arbórea que, según contaban los cronistas clásicos, permitían que una ardilla emprendedora y audaz, cruzara la vieja Hispania de un extremo a otro, simplemente por el placer de la aventura o quizás buscando el lugar más idóneo para asentarse y chascar a gusto sus nueces. Oncala, término que aún recuerda, en su pronunciación, el sonido seco, determinante que brotaba de las curtidas gargantas de los pelendones celtíberos, que habitaban estas inmensas infinidades. El viejo grito de guerra pelendón -quizás semejante al ijujú de los astures- agostado por la maquinaria bélica más poderosa de la Antigüedad; sustituido milenios más tarde por el familiar balido de los rebaños y el silbido de los pastores que dieron durante siglos vida, riqueza y futuro al lugar, y que hoy, apenas son un recuerdo de lo que fueron en realidad.  T al vez por eso, o porque precisamente de estos pagos se nutría generosamente la desespe