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Mostrando entradas de febrero 22, 2009

En la Ruta de los Dinosaurios: Villar del Río

Villar del Río es uno de esos pueblos tranquilos, afables, donde parece que nunca pasa nada. Asentado a la vera del río Cidacos, que se desliza sinuosa y tranquilamente a su paso por el pueblo, el limo milenario de sus riberas aún conserva, sin embargo, testimonios impresos de un pasado lejano y convulso, cuyo atractivo explotó un auténtico mago del Séptimo Arte -Steven Spielberg- en una saga inolvidable de películas, que llevan por título Parque Jurásico. {}

Más allá de San Pedro Manrique: Yanguas

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A mitad de la empinada cuesta que, una vez atravesado el arco medieval de la Puerta de la Aduana, conduce hasta la parte más alta de Yanguas -donde se encuentran el Ayuntamiento, la iglesia de San Lorenzo y el castillo, antigua residencia de los Señores de la Villa- varios perros me asaltan, lamiéndome los bajos de los pantalones y dedicándome, de paso, algún que otro ladrido. Detrás de ellos, una pareja de ancianos sale de su casa, buscando la parte soleada de la estrecha cajelluela, caminando lentamente, apoyándose en sendas varas de avellano. Los perros se refugian detrás de ellos, cuando el hombre les llama. Es una imagen idílica, pienso, mientras les veo sentarse, muy juntitos, en la baranda de la fuente. No lo puedo evitar. Me acerco a ellos con la bolsa colgada al hombro y una cámara en la mano, y comento: - Verdaderamente, tienen ustedes un bonito pueblo... La pareja de ancianos sonríe. No obstante, en el fondo de sus ojos creo ver, fugaz como una estrella, el destello de la no

Historias de Reliquias: La Cuesta y el misterio de la Sábana Santa

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Por dos veces la causalidad -lo siento, pero prefiero creer en 'la conspiración del Universo, parafraseando a Paulo Coelho, en detrimento de la simpleza del azar- quiso que se cruzara en mi camino este curioso pueblecito despoblado, situado tan sólo a 13 kilómetros de San Pedro Manrique. Poco o nada hubiera sabido, como digo, de La Cuesta y de la misteriosa historia que voy a intentar describir a continuación, si cierto día, hace ya algunos meses, un curioso libro -'La España extraña'- escrito por Javier Sierra y Jesús Callejo no hubiera caído en mis manos -por 'causalidad', también- mientras deambulaba por la librería de un establecimiento Alcampo -la publicidad es gratuíta- cercano a mi casa. No voy a negar a estas alturas, que siempre me han fascinado los misterios, los enigmas, esa Historia Oculta pero real, que nunca veremos consignada en los libros de Historia ortodoxa; esa Historia, pues, maldita y absurdamente relegada al olvido y que a veces, investigadores

Callejeando por San Pedro Manrique

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No sería justo terminar -al menos momentáneamente- este pequeño monográfico dedicado a San Pedro Manrique, sin hablar, aunque sólo sea a grosso modo, del propio San Pedro Manrique. Seguramente nos encontramos ante el lugar más popular e interesante de las denominadas Tierras Altas sorianas. A esta popularidad, sin duda, ha contribuído, y mucho, su inigualable Fiesta del Fuego que consigue hacer de la mágica noche de San Juan un acontecimiento único y comentado en el mundo entero. Pero a veces, lo más evidente no es, sino, una cortina de humo -nunca mejor utilizada la expresión- que puede hacer que no veamos otros lugares; que no paladeemos otros sabores, o que no experimentemos otras experiencias -valga la redundancia- dignas siempre de tener en cuenta. La historia de San Pedro Manrique se remonta hasta el Neolítico; más allá, incluso, hacia ese periodo jurásico en el que los dinosaurios campaban a sus anchas por un mundo que parecía demasiado pequeño para albergar eternamente a unos s

Enigmas de San Pedro Manrique: ermita de la Virgen de la Peña y Recinto del Fuego

Uno simplemente se estremece cuando cruza el umbral y plantado en la misma base del anfiteatro, observa las huellas que las hogueras de años anteriores han dejado sobre la tierra. Y piensa; frente así ve una película que su mente ha ido amoldando a lo largo de los años, cortando aquí y añadiendo allí como un director de cine, puliendo imágenes en las que se observa la determinación en los ojos de un pasador segundos antes de enfrentarse con unas brasas al rojo vivo, que desprenden un calor abrasador. En realidad, aunque es la segunda vez que piso San Pedro Manrique, 'conozco' San Pedro Manrique desde hace mucho tiempo. Resulta imposible no recordar esos artículos; esos documentales escritos y realizados por auténticas instituciones del Misterio, como fue, entre otros muchos, el fallecido doctor Fernando Jiménez del Oso. Es cierto; siento otro leve estremecimiento cuando la imagen del pasador del fuego se aleja con la moza todavía sobre sus espaldas y aparece el rostro severo, i

Enigmas de San Pedro Manrique: ruinas del convento templario de San Pedro el Viejo

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Segunda Parte El vídeo Siendo una de mis principales intenciones presentar los lugares que visito lo más acorde con la realidad y características del momento vivido, creo que po podía faltar la presentación en vídeo de un lugar como San Pedro el Viejo: su entorno, su belleza truncada, su terrible soledad...y ese cierzo malicioso, que a veces acaricia y otras arremete contra las orgullosas piedras que aún, obstinadamente, a pesar del tiempo y el olvido, permanecen en pie.

Enigmas de San Pedro Manrique: ruinas del convento templario de San Pedro el Viejo

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Primera Parte Son visibles en la distancia, tanto si se viene desde Magaña -siguiendo la Ruta de los Torreones-, como si se accede a San Pedro Manrique atravesando el Puerto de Oncala, en lo que bien podría denominarse como los orígenes de otra interesante ruta: la de las icnitas o -¿por qué no?- la 'ruta del jurásico soriano'. Llegar hasta ellas, sin embargo, no es tarea fácil como pudiera pensarse a priori. Pero para el investigador interesado en los misterios de la provincia, y sobre todo para el buscador de indicios templarios en el lugar, los desafíos físicos son apenas intranscendentes. Lo duro, en realidad, viene después, cuando intenta aportar una visión más o menos coherente de las experiencias recibidas a través de lo que sus ojos previamente le han mostrado. Aquí, y dos kilómetros más adelante, en San Pedro Manrique, no se da la fortuna que se puede encontrar en la iglesia de San Lorenzo, en Yanguas, donde se custodian, conservados en un arca de hierro, un buen númer