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Mostrando entradas de noviembre 1, 2009

Retorno a Caracena

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S ituado en un lugar desolado de las estribaciones de la Sierra de Pela, no exento de belleza y magia, Caracena es uno de los rincones supervivientes de un auténtico mundo perdido; un mundo, que aún hoy, al cabo de los siglos, permanece amarrado, inmutablemente, a ese puerto imaginario con forma de cuerno de marfil, por el que los antiguos griegos pensaban que venían los sueños. E n realidad, no deja de ser un sueño llegar a un lugar tan aislado, y sin embargo, tan rico en matices. I ncreíble, por otra parte, parece el detalle de que un lugar de tales características, acreedor de tanta historia y tantos misterios asociados, apenas cuente con leyendas y tradiciones que, a fuerza de repetirse de generación en generación, la Justicia –en ocasiones tan ciega e injusta como la Historia- haya consentido en otorgar una sencilla, pero objetiva dote de realidad. P arte de esa dote, y a falta de nuevos descubrimientos que la amplíen y la hagan definitivamente atractiva para esa interesada rama d

Almazán

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¿ Se llega a conocer alguna vez a las personas?. ¿Y a esa prolongación de ellas, que en el fondo, son las ciudades?. Cuanto más antigua es una ciudad, más difícil resulta llegar a conocerla. Hay una parte de la Historia, que siempre es reacia a la hora de darse a conocer. Comparativamente hablando, se puede decir que las ciudades son, de alguna manera, semejantes a esa novia recatada que no permite que el novio la vea hasta que no se encuentran en el altar. Después, caído el velo imaginario de lo que tradicionalmente se denominaban las vergüenzas y descubierto el misterio del amor a solas, se convierten en algo más que en marido y mujer: se convierten en cómplices. Y como cómplices, comparten entrega y dedicación. He aquí, bajo mi punto de vista, donde radica el quiz de la cuestión. Y o creo que para llegar a conocer una ciudad, es necesario, cuando no requisito imprescindible, hacerse cómplice de ella. Y no hay mejor manera de conseguirlo, que residiendo en ella, aunque sea sólo uno