Pueblos de Soria: Conquezuela
Hay veces en las que, si hemos de hacer caso a la letra de la canción, el humo ciega nuestros ojos. Últimamente tengo la impresión de lo poco que valoramos el mundo rural y sin embargo, ignorantes o ciegos -que lo mismo da- no vemos la gran riqueza humana y cultural de este entorno, que para algunos sabe a pasado; a carpetazo; a borrón y cuenta nueva. Nos quejamos del mundo en el que vivimos: de sus agobios, de sus prisas, de esa carrera contra reloj para llegar a ese trabajo que en el fondo detestamos y en el que nos sentimos, nómina y categoría en mano, totalmente desprestigiados o infravalorados. Observamos con espanto cómo el mundo se desangra y sin embargo, poco o nada nos preocupamos de las sangrías que se cometen en nuestro entorno, en ese entorno, más o menos cercano, del que nos gusta disfrutar en vacaciones y del que hablamos presumiendo con nuestras amistades, comentando lo sorprendente y maravilloso que es y también sugiriendo la posibilidad de volver el año que viene.
Si hemos de utilizar la Historia como carta de presentación, el entorno de Conquezuela, sin duda alguna, cuenta con un palmarés tan antiguo, como impresionante. Tan soberbio, tan rico en matices, que incluso algunos arqueólogos sospechan de la existencia en las inmedicaciones de un lugar con pinturas rupestres similares en importancia -comparativamente hablando- a las de las cuevas de Altamira.
Pero no sólo hay vestigios del Paleolítico, o del Neolítico, o de la Edad del Bronce y del Hierro -recordemos los yacimientos de Ambrona, Miño de Medinaceli y Alcubilla de las Peñas- sino que también es prolífico en huellas de otros pueblos, como los celtas y los romanos, que posiblemente intuyendo las especiales características del lugar, no dudaron tampoco en sacralizarlo.
El Cristianismo en su estado más puro, también dejó cumplida huella y no fueron pocos los eremitas que consideraron la cueva (hoy denominada de la Santa Cruz) como hogar y vínculo de comunicación con lo Incognoscible; en suma, con la Divinidad. Sobre todo, después de que la Virgen se apareciera allí a unos pastorcillos, hará 600 ó 700 años. De dicha aparición, existen unos versos fechados en 1700 y atribuídos a un tal Juan López.
Otro detalle de interés es que, precisamente en el lugar de la aparición, donde actualmente se levanta la ermita -al parecer ésta, y según también la opinión de algunos arqueólogos, sus cimientos del siglo XVI se levantarían sobre un antiguo templo dedicado a Santa Elena, madre de Constantino el Grande, la cuál, según la tradición, fue quien descubrió la Santa Cruz en la que Cristo fue crucificado-, existía una encina, otro de los árboles sagrados en las tradiciones celtas.
De los celtas, cabe destacar dos tipos de enterramientos localizados en la comarca: los individuales y los colectivos; estos últimos, al parecer, similares a los enterramientos celtas característicos de Irlanda.
Otros autores, como Jesús Ávila Granados (1) tienden a situar allí un antiguo oratorio templario, aunque yerra al considerar los escalones labrados que se pueden encontrar al pie de la carretera, como un antiguo altar prehistórico, pues, como tuve ocasión de confirmar en el transcurso de la última romería celebrada el pasado día 9 de agosto, esos escalones fueron hechos por los vecinos de Conquezuela para que se acoplara la orquesta.
Como introducción general sobre el entorno al que nos estamos refiriendo, creo que estos datos aportan suficiente interés para hacernos una idea del lugar y sus especiales características. Pero, ahora bien, ¿qué hay del pueblo de Conquezuela?.
Conquezuela es el último pueblo de Soria, en ésta parte de la provincia, y hace frontera con la provincia de Guadalajara; hasta el punto, de que en tiempos perteneció a la diócesis de Sigüenza. Como la gran mayoría de pueblos pequeños, Conquezuela conoció, sin duda, tiempos mejores, al igual que otros pueblos de alrededor, en cuya unión se ha venido celebrando una de las romerías más carismáticas y populares: la romería de la Virgen de la Santa Cruz.
Resulta interesante precisar, que dicha romería se realizaba tradicionalmente en mayo. Ahora bien -y volvemos a recordar lo que se comentaba al principio de la presente entrada, fenómeno que constituye uno de los más peliagudos de la provincia- el éxodo, que no la desecación de la laguna en los años 50, motivó que se cambiara la fecha de celebración, estableciéndose, primero en julio y después, de manera cautelar hasta hoy, en el día 9 de agosto.
Rastro de esa memoria histórica y cultural de la que se hicieron eco numerosos pueblos desde el Neolítico, como también hemos comentado, perdura en el sentimiento anímico del conquezolense; se llega a ésta conclusión, si nos dejamos influenciar por la numerosa y variada cantidad de símbolos -utilizados por unas y otras culturas- que se pueden apreciar en las fachadas de numerosas casas.
Dichos símbolos, como se puede apreciar en el vídeo que ilustra la presente entrada, han sido realizados en diferentes periodos de tiempo, aunque los más antiguos, a juzgar por las fechas, datan de los siglos XVIII y XIX.
(1): Jesús Ávila Granados: 'La mitología templaria', Ediciones Martínez Roca, 1ª Edición, septiembre 2003.
{}
{}
Comentarios
De ejemplos está llena nuestra provincia empezando por la desaparición de unas cuantas huellas de dinosaurios en Bretún para hacer la acometida del agua