lunes, 28 de febrero de 2011

El embalse de Monteagudo de las Vicarías

Fantasía es una tierra peligrosa, con trampas para los incautos y mazmorras para los temerarios...'.
[J.R.R.Tolkien (1)]

El que se aventura por primera vez en la zona, lo desconoce. Sencillamente, se topa con él apenas recorre un par de kilómetros por la carretera SO-340 en dirección a Fuentegelmes. Un montículo con forma de pirámide mellada en la cima puede servir, no obstante, como punto de referencia, pues se encuentra situado enfrente del desvío de gravilla que, serpenteando como un pequeño cuélebre, te deja a escasos metros de la orilla. Visto a contraluz, y en la distancia, puede confundir la imaginación con la ilusión óptica de que la referida melladura del montículo sean los lienzos derruidos de un pequeño castillo o quizás de una arcana y olvidada torre de vigilancia mora, donde todavía se presienten los espíritus inquietos de su guarnición, clamando eternamente, cual almuecines, en dirección a la Meca.
El terreno, a uno y otro lado de la carretera, más que monte bajo, es una paramera que se extiende en la distancia hasta donde alcanza la vista. Terreno arcilloso, cuyo pronunciado color sanguino, contrasta con ese pálido color azul, que en éste lugar, y de manera ensoñadora, al observador puede inducirle a pensar en la lengua bífida de una serpiente marina, cuyo cuerpo se oculta quizás allá lejos, donde a través de un contertulio de nubes reñuberas, como dirían en el norte, algunos rayos de sol confieren a la tierra ese brillo especial que acompaña siempre a los inalcalzables arcoiris.
No vi rebaños abrevando en sus orillas, posiblemente porque el cierzo, celoso de su soledad, comenzaba a dejarse oír, y a su mandato, autoritario, el agua hasta entonces en calma, huía hacia la orilla en pequeñas olas cuya cresta, de blanca espuma, semejaban las velas de un velero alejándose en alta mar.
No lo puedo evitar; es más, siempre me dejo llevar por la ensoñación. Y es que, natural o artificial, un espacio donde hay agua, siempre es un lugar especial.
(1) John Ronald Reuen Tolkien: Cuentos desde el Reino Peligroso, Ediciones Minotauro, S.A., 2010, página 279.