viernes, 1 de febrero de 2008

Una nueva aventura

Como os habréis dado cuenta a lo largo de estos meses, habiéndolo yo comentado a menudo, me reconozco un apasionado del románico; y, por supuesto, de sus innumerables enigmas y misterios históricos.
Es por ello, que deseo embarcarme en un proyecto ambicioso, en el que os animo a participar, y en el que será para mí todo un orgullo, contar con cualquier colaboración relacionada con dicho tema, que tengáis a bien enviar.
El nombre de este nuevo blog, es: 'Románica: grandes enigmas del románico español', y a continuación os detallo la dirección:


Espero que lo encontréis de vuestro agrado e interés, y os agradezco de antemano cualquier sugerencia que me hagáis.
Ni qué decir tiene, que seguiré pateándome la provincia, dejando de manifiesto en 'Soria se hace camino al andar', todo aquello cuanto considere más relevante de mis viajes, sin escatimar nunca esfuerzos, aunque siempre con el ánimo desinteresado de dar a conocer todo lo posible, una provincia rica en Historia, Patrimonio y Belleza natural, aunque necesitada de mayores recursos y mejores infraestructuras.

Hacia una interpretación del 'tesoro oculto' de Andaluz




Por Teresa Hernández Benito


Partiendo de la base de que la simbología Románica y Medieval, carece de un “ diccionario” perfecto o preciso y de que el arte de descifrar símbolos, es sumamente complejo y está supeditado a un concepto a su vez muy subjetivo, hemos de hacer una reflexión exacta sobre este tema, o axioma, antes de adentrarnos en la explicación temática de los símbolos representados en los capiteles de la iglesia soriana de S. Miguel en Andaluz; capiteles pertenecientes a una galería porticada, que en su día se cegó (desconocemos las causas), pero que constituyen un pequeño museo por su extensión, pero grandioso por la riqueza simbólica y estilística, que en ellos se da. Como decía más arriba, el arte de descifrar símbolos, es algo realmente complejo y nunca podremos afirmar a ciencia cierta y con total seguridad, lo que una determinada imagen representada en un determinado lugar, pueda simbolizar o representar en concreto. Ahora bien, teniendo en cuenta una serie de elementos que se dan “a priori”, podemos dar una determinada explicación, más o menos concreta, en base a unos supuestos dados y de ahí, relacionando elementos y supuestos, podemos llegar a una determinada conclusión y esto es lo que nos hemos propuesto realizar con los capiteles de la iglesia de S. Miguel, en Andaluz, Soria.
Si tenemos en cuenta la temática allí encontrada y la advocación de la iglesia a S. Miguel Arcángel, podemos llegar al supuesto de que el maestro o maestros que esculpieron estos capiteles, quisieron hacernos llegar la idea de la vida y la muerte, plasmada específicamente en el capitel que representa una figura envuelta en una especie de “sudario” (ver foto), donde además, podemos apreciar las imágenes de la luna y el sol, a ambos lados de la figura…
En otra cara del capitel, vemos representados dos caballos; la figura del caballo, aparece también en otros capiteles y está por demás explicar que el caballo posee unas connotaciones ctónicas, es decir relacionadas con la muerte y en este caso, si unimos esta simbología y la representación del personaje con el sudario, la luna y el sol… vendrían a recordarnos el paso de la vida a la muerte o viceversa. Y ahora, nos preguntamos, ¿qué relación tiene todo esto con S. Miguel? Sencillamente, recordemos que S. Miguel es el arcángel que lucha contra el demonio, símbolo del pecado; portador, a su vez, de la balanza, posee el valor de “psicopompo” o pesador de almas; S. Miguel es el arcángel capaz de pesar en su balanza el alma de los muertos al pasar a la otra vida, y en su balanza pesa los vicios y virtudes de los difuntos; y aquí, en la iglesia de Andaluz, llegamos a la conclusión de que los temas plasmados en el resto de los capiteles no son, ni más ni menos, que una representación de vicios y virtudes, aunque desconocemos el orden en el que estos capiteles estarían colocados dentro de la galería cegada; pero aun así, estamos convencidos de que el tema representado es este: ¡¡Vicios y Virtudes, la eterna lucha entre el Bien y el Mal!!
Así, vemos representados una serie de Vicios, tales como:
Machos cabrios, representación de la lujuria (tema sumamente importante y muy representado en la simbólica cristiana). Este animal es la imagen de la lascivia, el demonio y la impureza.
Centauro, símbolo de la fuerza bruta, asociado a la lujuria y al vicio en general. Cuando se les representa con un arco en las manos, se convierte en Sagitario, signo zodiacal. Una variedad, aunque rara, es el “onocentauro”, mezcla de hombre y asno.
Serpiente, símbolo por antonomasia del pecado y del demonio.
Arpía, también son animales maléficos, normalmente con cuerpo de rapaz y cabeza humana(masculina o femenina). Es un animal traicionero, que atrae a los hombres hacia el pecado; se representa con cabeza de mujer, cuerpo de ave y cola de reptil. Su significado literal sería:“Espíritu dominador de la Tempestad” y sólo el soplo del viento, en este caso el “espíritu de Dios”, las puede dominar.
Hasta aquí, podemos decir que hemos enumerado, todos los vicios representados en esta serie de capiteles, pero en la iglesia de Andaluz, también encontramos una serie de “símbolos buenos”, como las Aves, el Buey y otros que representarían las Virtudes.
Las Palomas, Cigüeñas, y las aves en general, son símbolos del espíritu, la paz y de la virtud.
El Gallo y el León, que también están representados en S. Miguel, son animales representativos de la inteligencia, la protección y la vigilia.
El Erizo, también posee connotaciones relacionadas con la protección y suele situarse su representación en las arquerías cercanas a los pórticos de las iglesias; hablo del erizo, porque en ésta iglesia existen algunos “personajes o rostros”, que recuerdan a algún tipo de animal con bigotes o algo similar, aunque determinar de ”qué” se trata, escapa a mis conocimientos.
Aunque carecemos de muchos datos, de cómo estaban dispuestos estos capiteles, de la mano o manos de maestros que pudieron intervenir en sus tallas y muchos otros detalles, hemos querido proporcionar un poco de luz, sobre todo para aquellos caminantes, en busca de restos y tesoros románicos, que saben apreciar el valor de estos hallazgos y de lo que a través del tiempo, el hombre y la historia han querido legar a la Humanidad; y fuera de concreciones estrictas, lo que sí podemos afirmar, es que lo representado en los capiteles de S. Miguel, de Andaluz, es “La Eterna lucha entre el Bien y el Mal” …. …. Si hemos conseguido o no dar un poco de luz, sobre el tema, el buen lector y el mejor estudioso, nos lo hará ver…. ¡¡nuestra intención ha sido la mejor!!!

miércoles, 30 de enero de 2008

El nevero árabe de Medinaceli


Utilizados hasta hace relativamente poco tiempo -aunque en algunos pueblos de Aragón y los Pirineos continúan en vigencia, como puso de manifiesto Peridis en alguno de los capítulos de la serie 'Las claves del románico'- los neveros constituyen otro de los elementos legados por la cultura árabe, que permaneció asentada en la Península durante muchos siglos, una vez derrotado el ejército visigodo del rey Rodrigo en la famosa batalla del río Guadalete, acaecida en el año 711.

Soria, sin duda, es una de las provincias que más recuerdan ésta presencia, como atestiguan la gran cantidad de fortalezas y torres de vigilancia, así como los nombres de numerosos pueblos, distribuídos a todo lo largo y ancho de su geografía provincial.

Medinaceli, la Occilis celtíbera o la Medinet al-Salim sarracena, es uno de esos lugares emblemáticos, donde esa presencia continúa aún vigente, ofreciendo al visitante una excelente visión panorámica de su histórico y arcaico esplendor. No en vano, de ella partieron numerosas de las expediciones de conquista y saqueo del caudillo árabe Almanzor, el 'azote de los reinos cristianos', y en ella asegura la Tradición que murió y fue enterrado, rodeado -como no podía ser menos- de sus incalculables tesoros.

También asegura la Tradición -recogida en su momento por Juan García Atienza, infatigable 'Perquisitore' de la España mágica- que en Medinaceli se ocultó -entera o en parte- la famosa 'Mesa de Salomón', puesta a salvo poco antes de la conquista musulmana del reino de Toledo.

Para quien no haya tenido la oportunidad de pasear por sus calles, empedradas y estrechas, que aún conservan buena parte de su encanto y sabor medieval, tal vez todo esto se les antoje un cuento. Porque, al fin y al cabo, ¿qué lugar de la Península no tiene su correspondiente leyenda, y en cuál de ellos, un inmenso tesoro moro no está esperando al valiente que se atreva a ir a buscarlo, enfrentándose con el terrible sortilegio que lo proteje?.

No obstante, aquél que pasea tranquilamente por ella y se deja impregnar por su hechizo, llega un momento en el que intuye -aún a pesar de no haber escuchado a los gallos cantar al amanecer, como el poeta norteamericano Ezra Pound- que cualquier cosa es posible.

La última vez que estuve allí -mejor dicho, que estuvimos allí, pues una infatigable compañera de aventuras venía conmigo- regresábamos más o menos satisfechos de nuestra cita con el solsticio de invierno en el Cañón del Río Lobos. Quien recuerde esa fecha, recordará también que el día amaneció gris y que el cielo, cubierto de oscuros nubarrones, no le dio ninguna oportunidad al sol. Pero aún así, sin poder comprobar in situ la posibilidad de que un rayo de sol -preciso y puntual, como ese, por ejemplo, que atraviesa el rosetón de la catedral de Chartres, señalando un punto preciso, en una fecha y una hora determinadas- nos ofreciera una grata sorpresa en el interior de la ermita de San Bartolomé, nuestra experiencia fue, sin embargo, rica en matices, y desde luego, memorable.
Una lluvia fina y persistente nos acompañó durante gran parte del camino de regreso, aunque no nos impidió -una vez repuestos con una frugal comida, acompañada de su correspondiente café, caliente, oloroso y humeante- pasear un rato por la ciudad, a duras penas cobijados bajo la sombra de un paraguas cuya extensión no daba para los dos.
Aunque sabía de su existencia, no había tenido oportunidad de verlo hasta entonces. En realidad, se puede achacar mejor a una cuestión de olvido, pues tengo la costumbre de detenerme siempre en Medinaceli, bien sea para desayunar, comer o repostar. Previamente, pasamos por un curioso edificio en ruinas -que enseguida me llamó la atención- cuyo cartel informaba que, aunque de incierto origen; influencia oriental y posible sinagoga judía en tiempos, fue Parroquia, no obstante, hasta 1558, año en el que se convirtió en 'morada de devotas y aristocráticas mujeres', según se puede leer en el cartel informativo colocado al efecto por la Junta de Castilla y León. Me refiero, a San Román, lugar que en el pasado, dicho sea de paso, albergó los Cuerpos Santos de los Patronos de Medinaceli, mártires de África.
El nevero se encuentra, precisamente, en las cercanías, bajando una pequeña hondonada que linda con un descampado que, al parecer, se utiliza para verter basura, desmereciendo por completo el entorno. Su forma no deja de recordar -comparativamente hablando- la casamata de un búnker, y como tal, su función era la de proteger o conservar. En este caso que nos ocupa, y supuestamente situado en el lugar teóricamente más frío de la ciudad, la ladera norte, los árabes almacenaban la nieve durante el invierno, para después, en verano, guardar allí las frutas, hortalizas y otros alimentos perecederos, donde se conservaban frescos y a salvo de la descomposición. Constituía, pues, todo un avance tecnológico y una clara señal de madurez científica, formando parte de esa extraordinaria cultura que, vista desde un lado meramente humanista, contribuyó también a extender por la Península el Arte, la Ciencia y el Progreso en la época, y cuya denominación -Al Andalus- aún despierta admiración.