viernes, 6 de julio de 2007

Conquezuela: la Cueva de la Santa Cruz y la Noche de San Juan

Situada en las cercanías de la Sierra Ministra, a medio camino entre los pueblos de Miño de Medinaceli y Conquezuela, custodiando un paisaje de cultivos de secano que fue laguna hasta su desecación definitiva en el año 1959, una cueva y una ermita -llamadas de la Virgen de la Santa Cruz- se elevan sobre un promontorio rocoso, de cuya soledad puede dar cumplido testimonio todo aquél que un día -bien de casualidad, bien a propósito- se deja caer por allí, deteniéndose a echar un vistazo.
Son varios los autores que insisten en situar cerca del entorno -aparte, lógicamente de la mencionada laguna- extensos bosques, de cuya existencia dejan cumplida constancia la gran cantidad de grabados rupestres y petroglifos datados en la Edad del Bronce (aproximadamente 2000-1700 antes de Cristo), ofreciendo una visión ancestral de culto, que fue aprovechado por numerosos pueblos y posteriormente adaptado -como en tantos otros casos y lugares- al cristianismo. Así lo demuestran el arco románico erigido sobre la entrada de la cueva y la ermita del siglo XVIII que la precede.
Por otra parte, no deja de ser toda una experiencia, iniciar en solitario la aventura de visitar el lugar y sus alrededores, sintiendo que su misteriosa soledad actúa sobre las aprehensiones humanas, de similar manera a como el fuego lo hace sobre la mecha de un barril de pólvora. Y es que, en ocasiones, la soledad impone.
Era la segunda vez que visitaba el lugar, en las postrimerías de la fiesta más popular que marca, rindiendo culto al fuego, el equinoccio de verano y que en Soria se conoce como 'los pequeños sanfermines', y no me sorprendió comprobar un rastro de presencia humana bastante reciente.
Por supuesto, me refiero a San Juan. Y a juzgar por el estado prácticamente intacto de la vela roja que encontré en el suelo de la cueva -ver fotografía-, junto a lo que muchos denominan una pila natural que se llena matemáticamente cada vez que llueve, no me costó mucho imaginar que alguien había acudido allí con el propósito de realizar un ritual de carácter mágico en su interior.
Muchos y variados son los rituales que se realizan ex-profeso durante la noche del 23 al 24 de junio -considerada como una de las más mágicas que existen, cuando el sol alcanza su cénit y comienza a declinar- aunque prácticamente todo este tipo de teurgias coinciden en valerse de estos rituales para 'liberarse' de todo lo dañino y perjudicial, deseando que en los días venideros reine la armonía, la paz y la fortuna en sus vidas.
Naturalmente, cuando se habla de rituales, de magia y de esoterismo -de igual manera que ocurre con las distintas y enigmáticas representaciones medievales que se pueden encontrar en multitud de claustros románicos, iglesias y ermitas a todo lo largo y ancho de nuestra hermosa geografía peninsular- todo tiene su lugar, su sentido, y por supuesto, su significado.
Aún no siendo un experto en la materia -carencia que a mi juicio se puede compensar con una curiosidad desmedida- consulté en Internet algunas páginas relacionadas con el color y la magia de las velas, para intentar desentrañar qué tipo de ritual se había desarrollado en el interior de la cueva o mejor dicho, con qué se relacionaba y qué fin tenía.
Dado que cada color tiene un simbolismo y unas correspondencias diferentes, 'averigüé' que la vela -roja en éste caso- está asociada con los signos del Zodíaco correspondientes a Aries y Piscis; que tiene una correspondencia con ciertos santos, como no podía ser menos, entre los que destacan: Santa Bárbara, la Candelaria, San Carlos Borromeo, Juan del Dominio y la Virgen Desatanudos ¿?; y que es el color que representa la fertilidad; la pasión sexual; el amor; la salud; la fuerza física; la venganza; la rabia; el poder de la voluntad; el valor y el magnetismo.
Dicho esto, no estaría mal que cada uno sacara sus propias conclusiones y caso de creer en el poder de la magia, les emplazo a estar atentos e intentarlo aquí el próximo año, aprovechando las supuestas propiedades telúricas de tan solitario lugar. Eso sí, proveyéndose de una buena linterna, pues si de día el acceso no es fácil, de noche puede resultar notablemente peligroso.
Como colofón y a modo de anecdotario, añadir sobre el sitio, que de la extinta Laguna de Conquezuela gustaba de comer pájaros el rey Alfonso X, el Sabio; que el lugar era frecuentado durante la ocupación francesa como sitio de recolección de sanguijuelas, dada su excelente calidad y que hubo una enfermedad -hoy día erradicada- conocida como 'terciana', transmitida por una especie de mosquito, que según se dice está actualmente extinto en la Península.
¿No les parecen suficientes argumentos para animarse un fin de semana a hacer de Indiana Jones, y aunque no se descubra nada nuevo, gozar al menos de un día de paz, aventura y anécdotas?.
Rutas
Desde Madrid por la carretera N-II, hasta Medinaceli. En Medinaceli, enlazar con la carretera SO-132 (es la misma que hay que seguir para dirigirse al pueblo de Ambrona y a su Museo Antropológico) hasta Miño de Medinaceli, situado, aproximadamente a unos 15 kilómetros. Desde Miño de Medinaceli parte la carretera que conduce directamente a Conquezuela, distante 7 kilómetros. Hay que estar muy pendiente, pues tanto la cueva como la ermita, se encuentran a medio camino entre una y otra población y no es difícil pasar de largo sin advertir su presencia. Mi consejo, como el de Scotty -el intrépido periodista del clásico de Ciencia-Ficción 'El enigma de otro mundo', de Howard Hawks- es: observar las rocas; no dejéis de observar las rocas.



domingo, 1 de julio de 2007

La perla negra de los Picos de Urbión:la Laguna Negra



Introducción


'La tierra de Alvargonzález'


[Antonio Machado]




'Los hijos de Alvargonzález no saben lo que han hecho. Al padre muerto arrastran hacia un barranco por donde corre un río que busca al Duero. Es un valle sombrío lleno de helechos, hayedos y pinares.


Y lo llevan a la Laguna Negra, que no tiene fondo, y allí lo arrojan con una piedra atada a los pies. La laguna está rodeada de una muralla gigantesca de rocas grises y verdosas, donde anidan las águilas y los buitres. Las gentes de la sierra en aquellos tiempos no osaban acercarse a la laguna ni aún en los días claros. Los viajeros que, como usted, visitan estos lugares han hecho que se les pierda el miedo.


Los hijos de Alvargonzález tornaban por el valle entre los pinos gigantescos y las hayas decrépitas. No oían el agua que sonaba en el fondo del barranco. Dos lobos asomaron al verles pasar. Los lobos huyeron espantados. Fueron a cruzar el río, y el río tomó otro cauce, y en seco lo pasaron. Caminaban por el bosque para tornar a su aldea con la noche cerrada, y los pinos, las rocas y los helechos por todas partes les dejaban vereda como si huyesen de los asesinos. Pasaron otra vez junto a la fuente, y la fuente, que contaba su vieja historia, calló mientras pasaban, y aguardó a que se alejasen para seguir contándola.


Así heredaron los malos hijos la hacienda del buen labrador que una mañana de otoño salió de su casa y no volvió ni podía volver...'





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¿Qué extraño hechizo hace que los hombres, a lo largo de los tiempos, sientan fascinación por lugares como éste?. Su incomensurable belleza y soledad; su acceso agreste, restringido y salvaje, donde todavía es posible ver manadas de lobos abrevando en las orillas, para luego volver a perderse en lo más tupido de los bosques circundantes; su fama de lugar misterioso, en torno a la cuál se han tejido multitud de leyendas, muy similares -en esto, el folklore parece tener una raíz común- a las que se oyen en lugares parecidos, no ya ubicados dentro del territorio de la Península Ibérica, sino a todo lo largo y ancho del mundo.


Hablar de la Laguna Negra, es hablar de belleza y tradición, aunque en la actualidad, la mano del hombre va penetrando cada vez más en sus dominios, dejando un rastro muy fácil de seguir. En efecto, carteles a lo largo del camino con información del lugar y la ruta o rutas a seguir, por senderos expresamente construidos mediante empalizadas de madera, semejantes, por su forma, a aquellas otras que delimitan el contorno de un pequeño muelle.
Miradores de trecho en trecho, donde se puede contemplar el agua -no tan 'negra', por cierto, en las orillas- así como algunos ejemplares de la fauna marina que la habita, donde destaca -por su elengancia y voracidad- la reina por excelencia de los ríos: la trucha, que, dicho sea de paso, encuentra unos oportunos aliados en los carteles que, colocados estratégicamente a lo largo del camino, especifican 'tramo libre sin muerte'.
Residencia de águilas y buitres -como no podía ser de otra manera en un lugar de tales características- los Picos de Urbión semejan un puño de sólida roca cerrándose sobre ella, haciéndola parecer un óvalo más o menos perfecto, eternamente mirando al cielo.
Es creencia popular -alentada por poetas y escritores como Gerardo Diego y Antonio Machado- suponer que la Laguna no tiene fondo, y que sus aguas desembocan en el mar, aprovechando las grutas y otras arterias naturales de la tierra. Y puede que no les falte razón, a juzgar por las numerosas fuentes y manantiales que, como serpientes de escamas plateadas, descienden por sus laderas, atravesando caminos y bosques, ofreciendo al caminante sediento un fresco sabor a sierra.
También es posible ver rebaños de vacas, de dorado pelaje, que pastan indolentemente en los prados cercanos, acostumbradas -dada su indiferencia- a los visitantes y hasta es posible que, una vez de regreso, te encuentres en el parabrisas del coche un papelito, creado ex-profeso para saciar el hambre de la larga caminata con platos caseros y, a juzgar por las fotografías a todo color, suculentas carnes argentinas a la brasa.
Es más que posible, también, que el visitante descienda de la Laguna sin conseguir ver a ese monstruo que dicen las malas lenguas que habita en el interior de las frías y oscuras aguas y sea tan escurridizo e inexistente, seguramente, como Nessie, el famoso monstruo del lago Ness; ni ver tampoco -en éste caso, afortunadamente, supongo- a esa ninfa perversa, cuya belleza sobrenatural atrae a los hombres, arrastrándoles hasta el fondo; por supuesto, tampoco encontrará señales de Alvargonzález, ni de sus hijos parricidas, que encontraron justo castigo en el fondo de la Laguna, donde arrojaron el cadáver de su padre. No, nada de eso encontrará el visitante, como tampoco encontrará huellas de la visita de Gerardo Diego en 1901 y de Antonio Machado algún tiempo antes que él.
Pero de lo que estoy seguro, es de que el espectáculo no le dejará nunca indiferente si es amante de la belleza. Y de regreso a casa, irá poniéndose excusas para regresar, pensando, convencido, que no ha sacado la fotografía perfecta capaz de captar el alma del lugar; ni la toma de vídeo genial que causará sensación en las visitas a YouTube. Sí, cualquier excusa le resultará siempre buena para volver, porque, estoy convencido de que en el fondo, todo aquél que va, termina -como Harry Potter- creyendo que la Magia existe.
Rutas
Varias son las rutas que llevan hasta Vinuesa, aunque la más frecuentada sea la que va en dirección a Cidones. Sin embargo, yo escogí el desvío hacia El Royo -situado poco después de dejar atrás el Monte Valonsadero, lugar de visita recomendado por su belleza, así como por las pinturas rupestres que alberga entre sus rocas, de donde se extrajo hace siglos la piedra del claustro románico de San Juan de Duero-, carretera SO-800, donde se pueden ver pequeños y pinturescos pueblos, como Derroñada -a la entrada del pueblo hay una cruz con el rostro de Cristo y la leyenda: 'Se bendijo esta cruz y se consagró el pueblo de Derroñadas al Sagrado Corazón de Jesús el día 5 de septiembre de 1926, A.M.D.O.'- desde donde se enlaza con la carretera SO-820 que, rodeando el Embalse de la Cuerda del Pozo -todavía puede verse sobresaliendo de las aguas la torre de la iglesia del sumergido pueblo de La Muedra- lleva hasta Vinuesa. De alli parte la carretera que, atravesando el llamado Valle del Revinuesa -simplemente su belleza bien vale una excursión de fin de semana-, lleva hasta la Laguna Negra. Eso sí: se recomienda ir con mucha precaucación, pues, por desgracia -en esto, la Diputación Provincial de Soria merece un rotundo suspenso-, esta carretera está en tan malas condiciones, que se puede sufrir un grave percance con el coche, dado los numerosos baches que la socaban.