jueves, 2 de julio de 2009

Quintana Redonda: Iglesia de Nª Sª de la Asunción


Quintana Redonda, quizás el núcleo central de la Mancomunidad del Rio Izana, que debe buena parte de su idiosincracia no al dicho tan popular que dice De Quintana Redonda los Cantareros, de tierra colorada, cántaros negros, sino a una historia muy diferente, aunque Historia al fin y al cabo. Una historia de descubrimientos arqueológicos y de tesoros que salen momentáneamente a la luz para después desaparecer misteriosamente en las alforjas privadas del desaprensivo cacique de turno.
No obstante, la intención de la presente entrada no es hablar de este tipo tan generalizado de bochornoso y despótico egoísmo que nos priva de una riqueza artistica y cultural que nos pertenece a todos -en este sentido, recomiendo la entrada de un buen amigo http://ojosoria.blogspot.com/2009/04/quintana-redonda.html -sino de algo que yo, de manera particular, por supuesto, y en referencia a la iglesia de Nª Sª de la Asunción, denomino como el misterio románico de Quintana Redonda.
¿Hemos de creer en el poder físico de las maldiciones, de la desventura, en definitiva, de la mala suerte?. Es posible, si tenemos en cuenta los desafortunados incidentes que engloban una parte significativa de su historia. A través de ellos, es posible sacar algunas conclusiones en relación a su estado actual, así como al no menos y desconcertante estado en el que nos encontramos las figuras de sus capiteles, y también aquellas otras que, situadas por encima de éstas, conforman sus canecillos. Detalle éste, desde luego, que ha de sorprender, y mucho, si nos atenemos a que sus primitivos orígenes se remontan al siglo XIII.
Basta un sólo vistazo, para darse cuenta de que unos canecillos y unos capiteles tan blancos y de figuras tan nítidas, han tenido que ser necesariamente restaurados, cuando no nuevamente acuñados. La historia así lo confirma, si tenemos en cuenta los siguientes sucesos, que marcan su desgraciada suerte:

- 28 de marzo de 1728: la iglesia se viene abajo.

- En 1766, ha de reemprenderse la reconstrucción de la parte trasera de la iglesia.

- En 1780, y dado su pésimo estado, se acomete una nueva reforma, en la que se lleva a cabo el blanqueo de la iglesia, así como la recomposición del arco y de la bóveda.

- El 21 de noviembre de 1808, la iglesia es saqueada por la soldadesca francesa, perdiéndose -como en numerosos lugares de España- piezas de irreemplazable valor.

- El 10 de febrero de 1869, al parecer, coincidiendo con el miércoles de ceniza, cede de nuevo la parte trasera de la iglesia, viniéndose abajo.

- El 13 de agosto de 1918, constituye, sin duda, la fecha clave en un sucesión de contínuas desgracias, con un pavoroso incendio, que la deja prácticamente en ruinas. La remodelación, tal y como podemos observar ahora, se realizó entre el 24 de mayo de 1921 y el 22 de abri de 1924. (1)

Frente a ésta cadena de sucesivos y desgraciados acontecimientos, surge, inevitablemente, la pregunta: entre tanta desgracia y reconstrucción, ¿se mantuvieron escrupulosamente los elementos originales -como canecillos y capiteles, si es que los hubo labrados alguna vez- o por el contrario, éstos se vieron desvirtuados, añadiéndose de nueva acuñadura, con un mensaje que, aunque netamente basado en los Evangelios, no guarda relación alguna con las imágenes originales?.

No obstante, y obviando el detalle de su indeterminado origen románico, sí se puede comentar -siquiera como dice el refrán, cabalgando a lomos de burro viejo- parte del mensaje simbólico que subyace en ellos. De tal forma, que entre los primeros capiteles -puede resultar curioso el canecillo situado más o menos a ésta altura, que representa un cuerpo de espaldas y desnudo- encontramos al ángel expulsando del Paraíso a unos rollizos Adán y Eva que, a partir de entonces y dicho sea de paso en un castellano prístino haciendo referencia al canecillo mencionado, quedan con el culo al aire; es decir, abandonados a su suerte, sin otra opción que tener que buscarse la vida.

Cercano a este, otro capitel ilustra con varias parábolas, como la del buen pastor y la viña y la vid, donde, además de la representación de Cristo, las ovejas y las viñas, encontramos otro símbolo de profundo significado: la palmera. Algo más allá, tenemos también una representación de San Miguel, en su doble función de juez y ejecutor, a juzgar por los atributos que porta en sus manos: la espada, herramienta predeterminada para la ejecución de la sentencia y la balanza, símbolo inequívocamente asociado con la idea de justicia. Bajo ésta última concepción, San Miguel desarrolla la función de ángel psicopompo; o lo que viene a ser lo mismo, una alegoría calcada del mito egipcio de Anubis y el pesaje de las almas.


(1): Fuente: Wikipedia.

domingo, 28 de junio de 2009

Andando se hace camino: las Cuevas de Soria

De similar manera que Izana, y formando parte del entorno de Quintana Redonda, la pequeña población de las Cuevas de Soria asume, también, una rica herencia celtíbera, cuyas huellas pueden rastrearse en los restos -incluído el de un castro- que a lo largo de los siglos han ido descubriéndose sobre el terreno. Historia y restos que, en el fondo, constituyen la mejor seña de identidad de un pueblo que -es una opinión personal, basada en impresiones- aún situado a una distancia aproximada de 20 kilómetros de la capital de la provincia, se ve -en mayor o menor medida- aquejado de ese mal endémico o peste heredada del siglo XX, que es la despoblación.

Con referencia a ello, se puede añadir que son numerosas las casas cuyo estado de abandono y deterioro inducen a preguntarse por el destino de unos habitantes que, motivados por incógnitas circunstancias, adoptaron como propio el poema de Machado, y haciendo camino al andar, emigraron a otro lugar en busca de la quimérica, y casi siempre evanescente ilusión de la prosperidad.
De prosperidad, también, puede ser la idea preconcebida del visitante que acude por primera vez al pueblo, y observa algún fastuoso chalet, en el que imagina toda una amplia gama de comodidades de las cuales carecen casi todas las demás casas, las cuales, sin perder su genuino sabor rural, se apiñan alrededor de una plaza en la que destaca un bar y un frontón de nueva acuñadura.
Como la gran mayoría de núcleos rurales, el pequeño cementerio se localiza adosado a la iglesia, constituyendo de por sí, una prolongación del terreno sagrado ocupado por ésta. De trazos sencillos, originalmente románicos y sin ornamentación que pueda ofrecer pistas -en base al estilo de los motivos decorativos de canecillos, metopas o capiteles-, acerca del gremio o escuela de cantería que desarrolló por allí su actividad, la iglesia de San Pedro Apóstol, y a diferencia de la vecina iglesia de Izana, dispone de una galería porticada que, tal y como se puede observar en el vídeo que ilustra la presente entrada, ha debido de ser remodelada no hace mucho tiempo, perdiendo esa pátina de vejez temporal con que la viera la última vez, hace algo más de un año.
Destaca -quizás porque la iglesia de la vecina población de Izana carece de ella- su galería porticada, aunque de columnas y capiteles lisos, sin información, así como los templetes superpuestos que recuerdan, a grosso modo, formas arquitectónicas similares -por poner un ejemplo- a la de ermitas como la de la Virgen de la Peña, en la localidad de San Pedro Manrique.
De su elenco y custodio artistico, referido a retablos -mayores y menores- cuadros, figuras e incluso artesonado, no puedo hablar, pues no me fue posible acceder a su interior; encargo éste, no obstante, que me encomiendo realizar en el futuro, pues estoy convencido de que siempre hay algo que puede ayudar a comprender mejor la idiosincracia del lugar en base a los cultos de sus gentes.
Pero, desde luego, no quisiera terminar momentáneamente la presente entrada sin comentar, siquiera sea de manera somera, una de las tradiciones que hacen que pueblos como las Cuevas de Soria sean como fuentes de aguas claras -metafóricamente hablando- de las que llevarse una botellita con la esencia de su mejor tradición. Me refiero a esa tradición -es de suponer que genuina y entrañable- que se conoce como el cisco.
Se celebra a mediados de marzo y consiste en la elaboración de carbón vegetal -de ahí su nombre- completándose la faena con un almuerzo comunal a base de migas pastoriles y chorizo, en el que participan tanto los vecinos de las Cuevas de Soria, como los vecinos de los pueblos de alrededor.
No sólo se hace la boca agua, sino que el sentimiento también. Porque en el mundo en el que vivimos, ¿quién no se plantearía incuso negociar con su alma, a cambio e la fortuna de poder gozar y saborear con toda la tranquilidad del mundo, tradiciones tan jugosas y entrañables como ésta?
Diario de un Caminante: 'Las Cuevas de Soria', 20 de Junio de 2009