- 28 de marzo de 1728: la iglesia se viene abajo.
- En 1766, ha de reemprenderse la reconstrucción de la parte trasera de la iglesia.
- En 1780, y dado su pésimo estado, se acomete una nueva reforma, en la que se lleva a cabo el blanqueo de la iglesia, así como la recomposición del arco y de la bóveda.
- El 21 de noviembre de 1808, la iglesia es saqueada por la soldadesca francesa, perdiéndose -como en numerosos lugares de España- piezas de irreemplazable valor.
- El 10 de febrero de 1869, al parecer, coincidiendo con el miércoles de ceniza, cede de nuevo la parte trasera de la iglesia, viniéndose abajo.
- El 13 de agosto de 1918, constituye, sin duda, la fecha clave en un sucesión de contínuas desgracias, con un pavoroso incendio, que la deja prácticamente en ruinas. La remodelación, tal y como podemos observar ahora, se realizó entre el 24 de mayo de 1921 y el 22 de abri de 1924. (1)
Frente a ésta cadena de sucesivos y desgraciados acontecimientos, surge, inevitablemente, la pregunta: entre tanta desgracia y reconstrucción, ¿se mantuvieron escrupulosamente los elementos originales -como canecillos y capiteles, si es que los hubo labrados alguna vez- o por el contrario, éstos se vieron desvirtuados, añadiéndose de nueva acuñadura, con un mensaje que, aunque netamente basado en los Evangelios, no guarda relación alguna con las imágenes originales?.
No obstante, y obviando el detalle de su indeterminado origen románico, sí se puede comentar -siquiera como dice el refrán, cabalgando a lomos de burro viejo- parte del mensaje simbólico que subyace en ellos. De tal forma, que entre los primeros capiteles -puede resultar curioso el canecillo situado más o menos a ésta altura, que representa un cuerpo de espaldas y desnudo- encontramos al ángel expulsando del Paraíso a unos rollizos Adán y Eva que, a partir de entonces y dicho sea de paso en un castellano prístino haciendo referencia al canecillo mencionado, quedan con el culo al aire; es decir, abandonados a su suerte, sin otra opción que tener que buscarse la vida.
Cercano a este, otro capitel ilustra con varias parábolas, como la del buen pastor y la viña y la vid, donde, además de la representación de Cristo, las ovejas y las viñas, encontramos otro símbolo de profundo significado: la palmera. Algo más allá, tenemos también una representación de San Miguel, en su doble función de juez y ejecutor, a juzgar por los atributos que porta en sus manos: la espada, herramienta predeterminada para la ejecución de la sentencia y la balanza, símbolo inequívocamente asociado con la idea de justicia. Bajo ésta última concepción, San Miguel desarrolla la función de ángel psicopompo; o lo que viene a ser lo mismo, una alegoría calcada del mito egipcio de Anubis y el pesaje de las almas.
(1): Fuente: Wikipedia.