El Cristo templario de San Bartolomé de Ucero
Muchas son, no me cabe duda, las cosas verdaderamente interesantes que ofrece un lugar tan emblemático, especial y por regla general incomprensible, como es la ermita templaria de San Bartolomé de Ucero. Cerrada a cal y canto como la caja fuerte de un banco durante la mayor parte del año, tener la oportunidad de poder atravesar su umbral porticado de seis hermosas arquivoltas, puede llegar a conseguir, en un momento determinado, que el visitante piense que los milagros existen o, en su defecto, que las misteriosas leyes que rigen la casualidad, no sean tan fáciles de entender, como a priori pudiera pensarse. Supongo que eso fue, más o menos, una de las sensaciones emocionales que tuve ocasión de experimentar cuando, resignado a tener que volver otra vez a contemplarla por fuera, me encontré sus puertas abiertas de par en par. Reconozco que al principio pensé que como se acercaba la fecha de la festividad de San Bartolomé -24 de agosto- los responsables diocesanos de la ermita habían en...