Herida ermita de San Bartolomé

N o todas las maravillas que se localizan en este impresionante Cañón del Río Lobos, son de origen natural, paridas en silencio y con infinita paciencia por una fértil Madre Tierra cuyo culto quedó establecido siglos, probablemente milenios antes de que la idea del Patriarcado arraigara en el pensamiento de los pueblos nómadas que extendieron su filosofía megalómana a medida que conquistaban los territorios por los que pasaban en su incontenible migración. De alguna manera indeterminada, pero sin duda provistas de un singular olfato, hubo una curiosa mezcolanza de seres, mezcla de místicos y de guerreros -a semejanza de sus hermanos musulmanes de los ribbats -, que se asentaron en sus ocultas soledades, sin duda con un fin predeterminado y secreto, ante el que sólo cabe acudir al recurso siempre bienvenido de la especulación. Hombres sencillos en su conjunto, pero formidables por defecto en lo referente a una pequeña élite, que después de siglos de su calamitosa extinción el mundo...