miércoles, 14 de diciembre de 2011

Soria se hace camino al andar os desea a todos una Feliz Navidad



Un año más, con la proximidad del solsticio de invierno, nos preparamos para celebrar la conmemoración de la Navidad. Independientemente de los sentimientos personales que tal acontecimiento pueda generarnos a cada uno, bien es cierto que constituye una etapa en la que conviene detenerse, meditar en lo que nos ha aportado el año que está tocando a su fin, y preparar proyectos para afrontar el año que se nos presenta. También es verdad, que estamos atravesando periodos complicados, muy duros en algunos casos, y que las perspectivas de futuro, no son las más halagüeñas que quisiéramos.

Posiblemente, en este momento, todos, o casi todos, estemos soñando con atrapar a ese Gordo -escurridizo y mal lecheado que, por lo general, suele lanzarnos una pedorreta burlona después del sorteo del 22 de diciembre- que nos libere de esa miseria a la que estamos condenados desde el mismo momento de nacer. Pero los hombres y las mujeres también somos unos luchadores natos, y aunque seguramente despertemos con la resaca y la desolación de no ser unos afortunados millonarios, estoy seguro de que el valor no se resentirá y de que continuaremos haciendo camino cómo y por donde mejor podamos o consideremos o nos dejen.

Por eso, como todos los años, desde aquél lejano día en que este blog comenzó a dar sus primeros pasos -¿recordáis?: inseguro, temeroso, tambaleante- hay algo que al menos, considero una obligación: felicitar de corazón la Navidad, desde unas páginas que, gustanto más o menos, tienen la única pretensión de mostrar -aprovechando las oportunidades para hacerlo que ofrece internet- los atractivos de una provincia por la que siente especial predilección. Sólo me resta, pues, terminar con el protocolo de rigor y desearos a todos:


¡Una muy Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo!


Ah, y recordar que, aunque el Gordo suele mimar a Soria, si éste año no lo hace, ¡pues que le den!. Eso sí, que este detalle no nos impida seguir manteniendo la ilusión, y caso de hacer falta, recurramos a la máxima de San Cucufato, amenazándole con hacerle lo mismo si el año que viene nos vuelve a abandonar.