Ruinas misteriosas, testimonio de un antiguo esplendor
A mitad de camino entre la población de Ciruela y el señorío de la ciudad de Berlanga, el esqueleto de lo que en su día debió de ser parte importante de un entorno fronterizo a caballo entre tierra mora y cristiana ofrece, orgulloso en su desolación, testimonio de un pasado cuya historia parece sumergida en los ríos nebulosos de la leyenda. Aparte de los fantasmas -tímidos y escurridizos, sobre todo por el día- sus inquilinos actuales campan a sus anchas sin más ley que aquella dictada por el capricho. Yerbajos y alimañas; insectos, reptiles y pájaros conviven en un hábitat 'maldito' por el tiempo, y sobre todo, por el olvido de los hombres. En sus muros, resquebrajados y cubiertos de agujeros, parece que la tragedia se dejó sentir un día, y hasta es posible que sufriera los avaratares de la Guerra Civil, durante la cuál, pocos edificios se salvaron de la barbarie fratricida que enfrentó a hermanos con hermanos y a padres contra hijos. Echando un vistazo a los restos, silencios...