Hoy,
rebuscando en el baúl de los recuerdos, me he encontrado este vídeo que, aunque
breve y ya expuesto en otra ocasión, recoge parte de esa arma cargada de
melancolía, que en el fondo, estoy convencido, no deja de ser una estación como
el Otoño. En el gran viaje de la vida, una vez traspasado el umbral de la
mítica caverna platónica –a día de hoy, continúo preguntándome, si éste no
plagió en realidad al convidado amigo Parménides-, y reencarnados en el mundo
de la idea, posiblemente el influjo del Otoño provoque que ese concepto junguiano conocido como sombra –en la cual encerramos nuestras
propias miserias como una bomba de relojería que proyectamos sobre los demás-,
nos lleve a reflexionar, y por un momento, nos recuerde, observando esa
explosión de belleza que precede siempre a un final gris, que la vida, además
de efímera, es tan sólo un frenesí, un sueño, una ilusión… Y al final del Camino, bueno es saber, en definitiva,
que los sueños, sueños son. Sí, amigos: el otoño es un arma cargada de
melancolía, que posiblemente nos recuerde, año tras año, que todos nacemos al Mundo como Locos, predestinados a convertirnos en Magos algún día.
miércoles, 21 de octubre de 2015
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