Anoche soñe que volvía a los Arcos de San Juan
Anoche soñé que volvía a los Arcos de San Juan. Recuerdo que en mi sueño, creí escuchar una sinfonía fantástica compuesta de latiguillos, campanillas y cascabeles cuando pisé la grabilla al comienzo de la senda arbolada que conduce al arcano recinto hospitalario. Era el viento, que al colarse entre las ramas de los árboles, hacía que las hojas cantaran como frágiles divas. Me resultó extraño no ver gatos junto a la verja de entrada. Tampoco se veía ninguno solazándose marrullero contra el lomo malherido de un chopo centenario, del que siempre he creído que albergaba duendes junto a su colapsado corazón. Más tarde averigüé el por qué de ésta inusitada deserción felina: estaban todos en un rincón del claustro, dormitando plácidamente al sol. No obstante, creí percibir que algo había cambiado en su estricta, desapegada educación. Si por regla general, siempre eludían cualquier contacto humano que no fuera con el guarda del recinto, aquél que precisamente los mimaba y les echaba de comer,...