Soria verde y natural
Y no me equivocaba. Porque, a pesar del tiempo tan atípico que hemos tenido, y de este mes de mayo, particularmente inestable, que nos ha proporcionado más lluvia de la que nunca hubiéramos imaginado -los estadistas, ese gremio de puntillosos que enseguida sacan porcentajes aunque sea de las veces que van y vienen al servicio, no han tenido ningún reparo, en manifestar, maravillados por su descubrimiento, que no se ha conocido en España un mes igual al mes de mayo que acabamos de decir adiós, si no nos remontamos hasta el siglo pasado- y que ha cubierto, casi diríase que milagrosamente, las peligrosas carencias de agua de más de una región.
Atípico o no; molesto para el conductor; desmembrador de cosechas y artífice de algún que otro inoportuno desbordamiento -recordemos, por ejemplo, el Ebro a su paso por Zaragoza y el peligro que su nivel supone actualmente para las instalaciones de la Expo-, en el fondo creo que todos estaremos de acuerdo en que ha sido un mes provindecial, y que el agua con que nos ha regalado nos beneficia y satisface a todos, o a casi todos.
Posiblemente, ésta haya sido una de las principales circunstancias por las que la primavera, casquivana y lujuriosa, nos ha regalado, también, con unas visiones espectaculares. Visiones que, aunque sólo constituyan una ínfima parte de esa belleza que está a punto de amohinar el verano, quiero compartir, aprovechando la oportunidad que se me brinda en el presente blog.
He aquí, pues, un pequeño homenaje a esa eclosión de vida y color, que sólo en un lugar como Soria, puede sentir el viajero que se convierte en auténtica Magia.
¡Buen provecho a todos!.
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