Maneras de vivir: Numancia

No resulta ninguna quimera, ni siquiera ninguna licencia poética, la popular aseveración del Santero de San Saturio -inmortal personaje de Gaya Nuño- cuando afirmaba desde las páginas de tan maravilloso libro, que 'me gusta ir a Numancia cuando zumba el viento, cuando cae frío de las alturas, cuando todos los elementos cooperan en hacer triste, espantosa e inerme la ruina'. La última vez que estuve en Numancia, mientras paseaba ensoñadoramente por lo que otrora fueran sus calles, reconozco que no dejaba de pensar en estas palabras. El viento zumbaba, aunque ligera y pausadamente, sin llegar en ningún momento a amenazar con convertise en ese hermano mayor y vocinglero llamado cierzo. Aunque la mañana había amanecido fresca -no olvidemos que estamos en invierno- las nubes le habían dejado un pasillo al sol y sus rayos, más bien tibios, animaban a pasear.
Es cierto, así mismo, que apenas había visitantes, a excepción de una pareja de Logroño, a juzgar por la matrícula de su coche, y aquél detalle, lejos de decepcionarme, como debiera -no olvidemos, tampoco, que precisamente otro de los males que aqueja a Numancia, es la falta de visitantes- por una vez, me auguraba un recorrido de lo más íntimo y personal.
Las ruinas se veían hermosas, y hacia donde quiera que posara la mirada, un esplendoroso manto blanco aún daba suficiente testimonio de la intensidad de las últimas nevadas.
Situados en lo alto del trecho de muralla defensiva reconstruída por los arqueólogos, la pareja de Logroño inmortalizaba su visita a tan emblemático lugar, posando alternativamente. A escasos metros de ésta, varias casas de típica arquitectura celtíbera, cuyos tejados de ramas y paja aún se veían parcialmente cubiertos de nieve, mantenían abiertas sus puertas, invitando a echar un vistazo. Constituía una oportunidad única de disfrutar a solas de un hogar celtíbero y hacerse una idea aproximada de cómo eran sus vidas, sus costumbres, en definitiva: su manera de vivir.
¿Acaso eran tan diferentes de nosotros?, -me dije, a los pocos segundos de penetrar en una de ellas y ver cómo distribuían las diferentes estancias del lugar -entrada, salón-dormitorio, despensa- no tan diferente a como lo hacemos aún hoy. El mobiliario, escaso pero práctico y ordenado, dejaba cierta amplitud en la vivienda; amplitud que ya quisiéramos aquellos que todavía vivimos en pisos de justitos metros cuadrados.
Perfectamente ordenadas también, las armas del guerrero colgaban dispuestas de la pared: lanza, espada, escudo, cuerno y una piel de animal -probablemente de lobo- que le servía al hombre de capa y protección contra el frío. En una repisa de madera sujeta a la pared, podían observarse algunas vasijas bellamente decoradas. Y a la altura del suelo, cerca del triclinium o camastro, un plato de arcilla al que sólo le faltaban los restos del último guiso.
Pero sin duda, lo que me dejó un poco confuso, fue ver en la despensa la liebre y las truchas que colgaban de la pared. Fue una ensoñación tan real, que por un momento pensé que estaba allanando el hogar de un hombre que no tardaría en entrar por la puerta y pedirme todo tipo de explicaciones.
Algo más real y cercano, era ese entorno, infinito, natural, con cierta nobleza mágica, que se veía a través de la ventana, y cuya belleza inducía una curiosa sensación de paz.
Abandoné la casa numantina como quien se marcha de la casa de un amigo, y a medida que me encaminaba hacia la salida -por cierto, la pareja de Logroño continuaba tirándose fotos mutuamente algo más allá, entre las columnas de una casa de aspecto patricio- no dejaba de pensar: ¿es que acaso estamos tan ciegos, que no vemos lo que estamos a punto de volver a destruir?.
Supongo, querido Santero, que la próxima vez que me acerque hasta Numancia, posiblemente el aire sea igual de fresco, pero desde luego no será tan puro ni ayudará a pensar, después de que el humo de las fábricas, el ruido y la polución generada por el tráfico en el polígono, así como las heces generadas por la Ciudad del Medio Ambiente revivan por segunda vez el cerco de Escipión.

Comentarios

KALMA ha dicho que…
Hola! ¿Cuántos blog tienes? Como siempre, muy bonitos los montajes. En este plasmas más el entorno y las costumbres. Una de las cosas mejores de Soria es que no tiene casi turistas, a mi me gustan los sitios poco saturados. Económicamente es una desdicha, aunque los que no van ¡No saben lo que se pierden!
juancar347 ha dicho que…
Hola, Kalma. Coincido plenamente contigo. Como ves, mis inquietudes son tantas, que si tuviera más manos y más tiempo, seguro que inundaba la red de blogs. Lo cierto es que disfruto con lo que hago, aunque en ocasiones esto pueda generar que te consideren egocéntrico y buscador de felicitaciones y otras famas mondongueras.
Saludos, amiga.
Anónimo ha dicho que…
Que no "guerrero numantino" que esta vez no cruzaran el cerco (como Escipion) y que esta vez los guerreros numantinos venceremos y pararemos estas burricies y podremos entregar a nuestros descendientes el mismo paisaje casi igual al que habia hace mas de 2000 años y conseguiremos (con el esfuerzo y la ayuda de todos) la declaracion de todo el entorno de Patrimonio de la Humanidad y asi sabremos que nuestros descendientes y las futuras generaciones se emocionaran y sentiran la poesia que hay en todo este entorno y sentiran (viendolo) lo que significan Cervantes, Machado, Gerardo Diego, Becquer y otros muchos que han escrito sobre todo esto y sobre todos estos sentimientos.
Y todavia estos cenutrios dicen que eso es desarrollo, ?hay mayor riqueza para el ser humano que el paisaje, la poesia, los sentimientos, la historia en una palabra el Patrimonio.
Asi que ni un paso atras ni siquiera para tomar empuje.
Y para todos los amigos que no entren en este blog y no conozcan nuestra lucha por favor entrar en la pagina web de la UNED, escribiendo en google "nuevo cerco a Numancia" y alli podeis ver todo el movimiento en contra y tambien firmar las plantillas a favor de la declaracion de Patrimonio de la hUmanidad. Ah y ver tambien el fotomontaje de como quedaria si esta gentuza rompen el cerco.
Saludos numantinos/Jose Maria
juancar347 ha dicho que…
Eso espero, José Mª. Como dijiste la semana pasada: ahora es el momento de dar caña, aunque sea por el lado poético de no dejar de ver nunca Numancia como la vi hace dos sábados. Voy a subir también este vídeo en Youtube y lo mandaré a todos mis contactos con idéntica instrucción de pasárselo a cuanta más gente mejor. En la otra ocasión, puse como referencia la página de salvemos numancia. En ésta, pondré la de la UNED.
Saludos
Anónimo ha dicho que…
perfecto, yo tambien he estado estos dias haciendo proselitimos numantino y tambien (si me lo permites) pasare este video y el otro de Numancia (en relaidad tu direccion de blog)a numerosos contactos que tengo.
Espero no te importe.
Saludos/jose Maria
KALMA ha dicho que…
Y la casualidad existe y trabajo en la UNED, te mando el enlace:

http://portal.uned.es/portal/page?_pageid=93,1159208&_dad=portal&_schema=PORTAL
juancar347 ha dicho que…
Kalma, no sabes cómo te lo agradezco. Yo diría que más que casualidad, es que al final va a ser verdad que el mundo es un pañuelo...
juancar347 ha dicho que…
José Mª, no me importa. Pero aquí lo importante pueden ser los sentimientos que los vídeos puedan despertar en todas aquellas personas que los vean. Haz lo que consideres, aunque creo que es mejor que mandes los vídeos, cuando te los envíe.
Saludos

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