Andando se hace camino: las Cuevas de Soria

De similar manera que Izana, y formando parte del entorno de Quintana Redonda, la pequeña población de las Cuevas de Soria asume, también, una rica herencia celtíbera, cuyas huellas pueden rastrearse en los restos -incluído el de un castro- que a lo largo de los siglos han ido descubriéndose sobre el terreno. Historia y restos que, en el fondo, constituyen la mejor seña de identidad de un pueblo que -es una opinión personal, basada en impresiones- aún situado a una distancia aproximada de 20 kilómetros de la capital de la provincia, se ve -en mayor o menor medida- aquejado de ese mal endémico o peste heredada del siglo XX, que es la despoblación.

Con referencia a ello, se puede añadir que son numerosas las casas cuyo estado de abandono y deterioro inducen a preguntarse por el destino de unos habitantes que, motivados por incógnitas circunstancias, adoptaron como propio el poema de Machado, y haciendo camino al andar, emigraron a otro lugar en busca de la quimérica, y casi siempre evanescente ilusión de la prosperidad.
De prosperidad, también, puede ser la idea preconcebida del visitante que acude por primera vez al pueblo, y observa algún fastuoso chalet, en el que imagina toda una amplia gama de comodidades de las cuales carecen casi todas las demás casas, las cuales, sin perder su genuino sabor rural, se apiñan alrededor de una plaza en la que destaca un bar y un frontón de nueva acuñadura.
Como la gran mayoría de núcleos rurales, el pequeño cementerio se localiza adosado a la iglesia, constituyendo de por sí, una prolongación del terreno sagrado ocupado por ésta. De trazos sencillos, originalmente románicos y sin ornamentación que pueda ofrecer pistas -en base al estilo de los motivos decorativos de canecillos, metopas o capiteles-, acerca del gremio o escuela de cantería que desarrolló por allí su actividad, la iglesia de San Pedro Apóstol, y a diferencia de la vecina iglesia de Izana, dispone de una galería porticada que, tal y como se puede observar en el vídeo que ilustra la presente entrada, ha debido de ser remodelada no hace mucho tiempo, perdiendo esa pátina de vejez temporal con que la viera la última vez, hace algo más de un año.
Destaca -quizás porque la iglesia de la vecina población de Izana carece de ella- su galería porticada, aunque de columnas y capiteles lisos, sin información, así como los templetes superpuestos que recuerdan, a grosso modo, formas arquitectónicas similares -por poner un ejemplo- a la de ermitas como la de la Virgen de la Peña, en la localidad de San Pedro Manrique.
De su elenco y custodio artistico, referido a retablos -mayores y menores- cuadros, figuras e incluso artesonado, no puedo hablar, pues no me fue posible acceder a su interior; encargo éste, no obstante, que me encomiendo realizar en el futuro, pues estoy convencido de que siempre hay algo que puede ayudar a comprender mejor la idiosincracia del lugar en base a los cultos de sus gentes.
Pero, desde luego, no quisiera terminar momentáneamente la presente entrada sin comentar, siquiera sea de manera somera, una de las tradiciones que hacen que pueblos como las Cuevas de Soria sean como fuentes de aguas claras -metafóricamente hablando- de las que llevarse una botellita con la esencia de su mejor tradición. Me refiero a esa tradición -es de suponer que genuina y entrañable- que se conoce como el cisco.
Se celebra a mediados de marzo y consiste en la elaboración de carbón vegetal -de ahí su nombre- completándose la faena con un almuerzo comunal a base de migas pastoriles y chorizo, en el que participan tanto los vecinos de las Cuevas de Soria, como los vecinos de los pueblos de alrededor.
No sólo se hace la boca agua, sino que el sentimiento también. Porque en el mundo en el que vivimos, ¿quién no se plantearía incuso negociar con su alma, a cambio e la fortuna de poder gozar y saborear con toda la tranquilidad del mundo, tradiciones tan jugosas y entrañables como ésta?
Diario de un Caminante: 'Las Cuevas de Soria', 20 de Junio de 2009


Comentarios

Baruk ha dicho que…
Me gusta mucho como has expuesto la presentación del lugar, aunque al nombrar en la entrada : las Cuevas de Soria, creí que en el vídeo iba a salir eso, cuevas.

Saludetes
juancar347 ha dicho que…
Gracias, Baruk. Es muy posible que haya alguna, será algo que indagaré más adelante, como la localización del castro celtíbero. Suelen ser desconfiados, no creas.
Un abrazo
Anónimo ha dicho que…
Hola Juancar. Otro lugar abandonado.

Y van .....
Pero tranquilos que nos planean poner otros 500 molinos mas (mas de losque hay ya instalados)
O sea desaparecen los pueblos pero aparecen los molinos por todas partes.
Saludos/Jose Maria
juancar347 ha dicho que…
No, José Mª, todavía hay bastante vida en este pueblo, y esperemos que siga así. Es curioso, pero en la villa tardo romana que está situada entre Cuevas de Soria e Izana (se construyó un edificio incluso para alojarla) hubo un diputado del PSOE que en 2003 luchó con ahínco por su conservación. ¡Lástima que ahora ninguno siga el ejemplo con Numancia!
Esca ha dicho que…
Pero si anda por aqui´Baruk,¿que tal Baruk? yo si que tengo una deuda contigo sobre cuevas y demas pero llegara´,lo que pasa es que no quiero defraudarte con mi entrada sobre el tema prometido y no quisiera precipitarme,
saludos tambien para ti Juancar
Esca
juancar347 ha dicho que…
Esca, no seas deudoso y paga. Un abrazo
Unknown ha dicho que…
Coincido con Juancar. Las Cuevas de Soria está lejos de ser un lugar abandonado. Es uno de mis puntos de destino favoritos en mis salidas en bicicleta desde Los Rábanos (unos 40 Km ida y vuelta). La ubicación del pueblo es ideal y un paseo por la estrecha garganta que, desde el norte, viene a desembocar al pie de la iglesia, puede trasladar a otra época a cualquiera con un poco de imaginación. Tengo pendiente una visita a la Ermita de los Santos Mártires, sobre el cortado que domina el pueblo (siempre la encuentro cerrada) y otra a la villa tardo-romana en las proximidades de la carretera a Izana.
juancar347 ha dicho que…
Gracias por tu comentario, Carlos. Es cierto, está lejos de ser un pueblo abandonado, aunque lo pueda parecer en un principio, dado el estado de muchas de sus antiguas casas. La ermita de los mártires es digna de ver por dentro. El año pasado había un guarda. Aunque te recomiendo que preguntes por Don Carmelo, el párroco del pueblo. Suele dar misa en la parroquia de San Juan Bautista los sábados a las doce. Si le dices que eres amigo de Juan Carlos (de Madrid) o de Teresa, seguro que te abre él mismo la ermita. La villa tardo-romana me temo que hace años que no se abre al público. Yo tampoco he conseguido verla todavía.
Saludos

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