La Dama Azul de Ágreda




'La literatura ascético-mística en la España de los siglos XVI y XVII es de una riqueza extraordinaria no sólo por el número de obras escritas, sino por el valor doctrinal y estilístico de las mismas. Puede afirmarse que la Mística Ciudad de Dios, la obra cumbre de Sor María Jesús de Ágreda, ha sido y sigue siendo una de las obras más apreciadas, como lo demuestran las múltiples ediciones y traducciones de la misma'
'Un hecho sorprendente y fácilmente constatable es la demanda continua de ejemplares de la Mística Ciudad de Dios que se envían a todas las provincias de España y a todas las naciones de América, incluída USA, en donde se recuerda a la Madre Ágreda como la extraordinaria catequista de los primeros cristianos de Texas...'.
[Nota preliminar a la nueva reimpresión de la Mística Ciudad de Dios]

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Hay nombres de personas que, bien por las circunstancias o bien por los singulares avatares de su vida, quedan asociados para siempre a un determinado lugar. En el caso que nos ocupa, la hermosa villa soriana de Ágreda se encuentra indivisiblemente unida al nombre de Sor María Jesús, monja y mística del siglo XVII, los pormenores de cuya vida han traspasado las fronteras de la leyenda, siendo actualmente conocidos y objeto de veneración en buena parte del mundo.

Cuando uno entra por primera vez en la iglesia anexa al Convento de la Concepción, lo que atrae su atención en primer lugar, casi se diría que actuando como un imán para sus ojos, es el conjunto funerario que alberga el cuerpo incorrupto de la religiosa.
En efecto, aislado del exterior por una urna de cristal -espero que no se considere como una falta de respeto, pero al verlo mi primera impresión fue asociarlo con el cuento de la Bella Durmiente- y en el interior de un ataúd blanco adornado con gran profusión de ángeles, los restos mortales de la Venerable Madre reposan en un silencio tan profundo, como la mística que los alentó en vida.
Encima de la urna, y a tamaño natural, una estatua yacente de la religiosa, parece recordar al visitante uno de los extraordinarios fenómenos asociados a su singular vida, y que posiblemente constituya el pilar central sobre el que se levanta su leyenda: el fenómeno de la bilocación. Fenómeno que, dicho sea de paso, y en el ámbito eclesiástico, tiende a denominarse como 'apariciones'.
Un simple vistazo es suficiente, también, para darse cuenta de que la Venerable María Jesús de Ágreda -cuyos apellidos, en realidad, eran Coronel y Arana- era una mujer de aspecto menudo, que -si hemos de hacer caso a las crónicas y demás particularidades de las numerosas referencias bibliográficas existentes sobre su vida y su persona- poseía una constitución débil, así como una determinada propensión a la enfermedad.
Características, por otra parte, que no la impidieron mantener correspondencia con la más excelsa nobleza de la época, cuyos consejos, incluso, eran solicitados y apreciados por monarcas como Felipe IV, con quien mantuvo correspondencia epistolar durante más de veinte años.
Tales características, parece ser que tampoco la restaron fuerzas para dejar de manifiesto sus excelentes dotes literarias, sobresaliendo, por su volumen -cerca de dos mil páginas manuscritas- así como por su complejidad y las connotaciones marianas que la rodean, una de las obras cumbres del misticismo español: 'La Mística Ciudad de Dios'.
Si hemos de hacer caso a las crónicas, la obra cumbre, por la que es conocida y recordada a nivel mundial, se basa en sus visiones de la Virgen y lo que Ésta, supuestamente, la contó. Tenemos aquí, pues, otra de las facetas que caracterizan a ésta singular religiosa: su faceta de visionaria.
No debe resultarnos tampoco extraño, el hecho de que la Inquisición tomara cartas en el asunto, aunque la Madre Ágreda saliera airosa del trance.
Pero sin duda, como decía anteriormente, el factor determinante que catapultó su fama a niveles insospechados de popularidad, fue su labor catequética; una labor envuelta en unas circunstancias tan extraordinarias, que incluso hoy día se la sigue recordando en lugares tan lejanos de su Ágreda natal -curiosamente, nunca salió de allí- como Texas y Nuevo México, donde sus apariciones a los indígenas de ambos territorios, la valió el sobrenombre por el que quizás es aún mucho más conocida: 'la Dama Azul de los llanos'.
Como muchos otros fenómenos condenados al descrédito por la ortodoxia científica oficial -el mejor postulado que lo describe es aquél que afirma que en el mundo sólo existe aquello que se puede probar y medir- el fenómeno de la bilocación -es decir, la facultad de poder estar en dos sitios a la vez- induce a escepticismo, descrédito, y en algunas ocasiones, incluso burla.
No es mi intención aquí sentar cátedra, ni defender una u otra postura; tampoco alentar apologías ni tendencias encaminadas a tentar la fe y la credibilidad de nadie. Como viajero y cronista, tan sólo me limito a exponer unos hechos.
Hechos, por otra parte, que están al alcance de cualquiera, independientemente de que se tome o no la molestia de acercarse hasta Ágreda y poder obtener algún dato de primera mano.
Es cierto, también, y considero una obligación decirlo tal y como lo siento, que si bien la vida de la Venerable Madre Mª Jesús de Ágreda estuvo rodeada de circunstancias espectaculares, no es menos cierto que, actualmente, a éstas se añaden otras que, en mi modesta opinión, poco o ningún favor la hacen. Como, por ejemplo, lo que se comenta cuando se visita el pequeño museo que conserva algunos de los objetos personales de la Venerable -entre otras cosas- y donde, cuando uno se detiene frente a una curiosa vasija de inequívoco aspecto mexicano, se le dice que fue traído por Sor Mª Jesús en una de sus bilocaciones. En fin, que cada uno juzgue por sí mismo y saque, en consecuencia, sus propias conclusiones.
Sólo me resta decir, que el fenómeno de la bilocación fue característico en la vida de Jesús, así como en la de otros santos -cristianos o no- y también forma parte de la leyenda de oscuros personajes históricos como, por ejemplo, Apolonio de Tyana.
Actualmente se está estudiando la posibilidad de beatificar a la Venerable Madre Sor Mª Jesús de Ágreda. Bajo mi punto de vista, y sin pretender hacer política ni herir la susceptibilidad de nadie, pienso que a lo mejor otros beatificados se lo han merecido menos. Y al fin y al cabo, aunque sólo sea por sus consejos, siempre encaminados a salvaguardar la paz, no me parece desmerecedora, en absoluto, de semejante honor.

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