La vieja gloria de Arcos de Jalón
No todo se basa en su románico de calidad; ni en sus espacios naturales de soberbia belleza, como la Laguna Negra, el entorno de los Picos de Urbión o el Parque Natural del Cañón del Río Lobos; tampoco en sus singulares fiestas tradicionales y sus romerías. Ni siquiera en la variedad micológica de su tierra, que hace las delicias, a día de la fecha, de micólogos y aficionados, que rastrean sus valles y pinares en busca de tan codiciado tesoro. Soria, provincia de contrastes que nunca deja de sorprenderme, es también heredera y depositaria de viejas glorias -y no me refiero a Tiermes, Numancia o Uxama- que incitan a mirar hacia atrás, con un sentimiento de inconfundible nostalgia. Allí, aparcada a un lado del apeadero, la vieja locomotora numerada con el número 'dos mil doscientos sesenta y tres' sueña, desde su merecida jubilación, con el humo ennegrecido que salía de su chimenea y el silbido provocado por el vapor en ebullición que se acumulaba en sus calderas. Segurament
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El primer capitel del lado izquierdo de la portada del templo soriano de Santo Domingo, representa la Creación. Para su programa iconográfico, el autor opta por una línea esquemática y simplista, pero de fuerte carga simbólica. Utiliza sólo dos formas: una figura aureoleada central, y las líneas onduladas a ambos lados, que ocupan el doble espacio capitelar. Toda cosmogonía conlleva el paso del caos al cosmos, del desorden principial al orden. El discurso cosmogónico es aquí representado por el maestro, con clara referencia al caos primordial representado por el agua (líneas onduladas). El agua es un símbolo muy rico en el arte románico, puesto que puede representar desde la vida y regeneración, hasta la destrucción y el caos, especialmente en las aguas profundas o abisales. Aquí, el maestro opta por este último simbolismo, en clara referencia a las creencias ancestrales y tradición babilónica, para las que cuando ni el Cielo ni la Tierra tenían nombre, sólo existía Apsú, el océano primordial de agua dulce (lado derecho del capitel) y Tiamat, el mar impetuoso de aguas saladas (lado izquierdo). Sobre ese abismo caótico y oscuro, lleno de agua, sobrevuela el espíritu de Dios, según el Génesis hebreo (figura central). La posición centrada de la imagen, no sólo es el recurso técnico utilizado por el autor para casar ambas caras del capitel solucionando el problema espacial del marco escultórico (que también), sino que con su posición central y sentimiento de serenidad, logra transmitir tanto la magnificencia y poder de la imagen representada, pese a su reducida dimensión, cuanto el modo mismo de concebir el acto creativo ex nihilo. No se apoya en algo que preexista; sólo por medio de la palabra (“En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios”, del cuarto Evangelio). Cuando la palabra divina empieza a existir por el pensamiento y el mandato de la lengua, todo se hace. Y las aguas se separan ( efecto que se consigue mediante la postura de cada pie en cada uno de los collarinos que remantan sendos fustes sobre los que asientan los capiteles). Y juntándose, apareció lo seco. Y se produjo la Tierra. Eso es lo que parece decirnos.
Al menos, así lo veo.
Salud y románico
Saludos/Jose Maria
http://saludyromanico.blogspot.com
Estoy seguro de que no te defraudará.