Con su blanca palidez: Monasterio de San Juan de Duero
¿Que es Dios?. Es longitud, anchura, altura y profundidad.
[Bernardo de Claraval]
No puedo evitar preguntarme qué hubiera dicho Napoleón Bonaparte a sus soldados, si en lugar de encontrarse en Egipto, frente a las pirámides, los hubiera reunido en éste claustro del monasterio soriano de San Juan de Duero, frente a ese risco siniestro y pelado que es el Monte de las Ánimas, con la nieve crujiendo bajo las suelas de sus botas y el gélido aliento del cercano Moncayo mordiendo la escarapela tricolor de su sombrero. Utilizando el recurso de la imaginación -que es uno de los pocos recursos que no pagan impuestos en ésta sociedad en la que vivimos-, y en base a la Historia conocida, seguramente de los labios de le grande empereur de la France, hubieran brotado unas palabras similares a éstas:
- ¡Soldados!. ¡Desde las órbitas vacías de estos arcos, mil años de búsqueda de la perfección os contemplan!.
Esas palabras, bajo mi punto de vista, podrían definir, a la perfección, la cualidad principal de una obra que, no obstante todos los avatares de su longeva existencia, ha llegado hasta nosotros con una parte considerable -teniendo en cuenta, el desprecio con que fue tratada durante años- de su antiguo esplendor.
Desde luego, no es un modelo único en el mundo occidental, pero sí uno de los pocos, poquísimos ejemplos que, en cuanto a su diseño, se pueden admirar en ésta Europa Comunitaria. Tan sólo creo que existe un lugar similar en Italia, aunque lamento no poder ser más específico en este momento.
Una obra que, utilizando los elementos básicos de toda arquitectura sagrada -peso, medida y proporción, entre otros- ha inspirado a poetas y novelistas, glorificando una época en la que, después de todo, hubo hombres que soñaron a Dios, haciendo realidad aquella cita del Génesis (9, 13), que dice: mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra.
Tener la oportunidad de verlo así, cubierto de blanco satén, no deja de ser, en el fondo, todo un acontecimiento capaz de traer a la memoria aquéllos crípticos versos de un Machado cuyos mundos, en la época que los escribió, estallaban en el aire como pompas de jabón:
El alma del poeta
se orienta hacia el misterio.
Sólo el poeta puede
mirar lo que está lejos
dentro del alma, en turbio
y mago son envuelto...
Lugar que inspira sueños, no puedo negarlo: siempre que vuelvo...¡en el corazón se clava un nuevo dardo!.
Comentarios
Son tipicos del arte musulmán, y se pueden rastrear en algunos monumentos hispánicos medievales.
Lo más enigmático de San Juan del Duero, al par que estético, es la alternancia de varios tipos de arcos en cada ala del claustro.
¿Qué pretendía el que ordenó hacerlos? ¿Qué pinta un claustro de tal importancia, en un templo tan "insignificante"?
Salud y fraternidad.
Oye Juancar, la foto de la lápida del monje que ostenta el caliz y la cruz en el pecho me interesa verlo bien y que me digas quién es.
Yo no lo vi la última vez que estuve.
Abrazines
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¡Ese sueño lo compartimos! Y de hecho ¡Te estoy haciendo la competencia! jajaja y he utilizado un par de fotos tuyas, a propósito. Temazo de Cranberris, no me creeras pero pensé en esta canción...
Precioso Juancar, cuando lo veo, pienso en como es posible que la iglesia se utilizase de establo, es flipante, casi mil años han tardado en darse cuenta del tesoro que guarda y lo poco que se sabe de su origen ¡Muy bonito! Un beso.