Hacia San Pedro Manrique por la Ruta de los Torreones: Trébago

Abandoné la magia del Moncayo, los encantos inconclusos de Vozmediano, como el nacedero del río Queiles y atravesé Ágreda pasando al lado del Convento de las Hermanas Concepcionistas donde reposa otra de las grandes leyendas no sólo de Soria y de España, sino del mundo entero: Sor María Jesús de Ágreda. A las afueras de tan importante ciudad multicultural, enlacé con la nacional 122 en dirección a Soria. Aparte del Moncayo -cuya cima, nevada, no dejó de aparecer en el retrovisor del coche durante una considerable cantidad de kilómetros-, mis objetivos para ese día se centraban en San Pedro Manrique y esa sombra templaria que, en forma de ruinas y rastros difusos ha dejado eco en numerosas tradiciones y leyendas de la comarca.
Una vez llegado a Matalebreras, accedí encantado a la llamada Ruta de los Torreones, pasando por lugares como Castilruiz, Trébago o Magaña.
Pasaban algunos minutos de las dos de la tarde, cuando en las cercanías de Trébago apareció, enhiesto cuál falo pétreo, la forma inconfundible de un impresionante torreón medieval. En efecto, sobresaliendo de la iglesia cuál si fuera el tridente del todopoderoso Poseidón elevándose por encima del Oceáno, su longitud (50 codos, como diría Madoz) haría palidecer a cualquiera de los torreones de las iglesias de los alrededores. De hecho, la iglesia gótica de Nª Sª de la Asunción fue erigida siglos después, utilizando dicha construcción como torre.
Suele ser habitual, que a dichas horas no se vea un alma en un pueblo pequeño. De manera que no encontré a nadie a quien poder preguntar por las numerosas leyendas asociadas al lugar; leyendas, como muestra el cartel situado a escasos metros del torreón, que hablan de la mora enamorada de un prisionero cristiano, en cuyo trasfondo, algunos investigadores sitúan los orígenes de la curiosa Virgen del Manzano, cuya ermita se encuentra en los alrededores. Leyendas, también, de gigantes. Y cómo no, numerosas, en definitiva, de esos escurridizos y malogrados freires milites a quiénes Bécquer, despectivamente, denominaba 'frailes con espuelas'.
Pero también hubiera sido interesante, poder conseguir de primera mano esos infalibles remedios caseros que, según comentan las hermanas Goig, son tan aficionados a confiar los habitantes de Trébago.
De la iglesia, sin la oportunidad de estudiar detenidamente su interior, sólo se puede comentar su extraordinaria sensación de fortaleza. Porque de eso, precisamente, se trataba: de una iglesia-fortaleza, cuyo patrón de construcción parece ser muy común en las iglesias de la zona. A la derecha del pórtico de entrada, por encima de la ventana, se puede apreciar, también, una fecha: AÑO 1731, y debajo, curiosamente para tratarse de una iglesia cristiana, una estrella de David.
Por la parte de atrás, y reutilizada como piedra mural, aparece una estela funeraria con una cruz latina, que hace pensar en la posibilidad de enterramientos medievales en las cercanías. Sin olvidar, por supuesto, que estas sierras, estas tierras altas, una vez pertenecieron a los orgullosos pelendones y parece mucho más que probable, que aún oculten numerosos tesoros que habrá que descubrir, y la mejor manera de hacerlo, es rastreando en sus antiquisimas costumbres y tradiciones. Porque en eso consiste, en mi opinión, el más importante y mayor de los tesoros: nuestro legado cultural.

Comentarios

Ermengardo II ha dicho que…
En Trebago hay un fragmento de ara romana en la jamba de la ermita, y algunos rastros escondidos de otras dos ermitas: otra vez San Sebastian y la de Santiago en el cerro del mismo nombre
juancar347 ha dicho que…
Gracias por las pistas, JK. Es una ruta sumamente atractiva, interesante, pero que necesita mucho tiempo para ir pueblo por pueblo comprobando datos. Pero para eso están los fines de semana. Te mantendré informado. Un abrazo

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